domingo, 13 de enero de 2013

No encuentro la felicidad laboral: ¿Seré yo?





Una lectora a quien aprecio muchísimo, aunque no tengo el gusto de conocer personalmente, me escribió esta carta que, por plantear unos temas de reflexión muy interesantes, me permito compartir y comentar con todos.

Querida Sylvia,

Te escribo porque quisiera saber un poco más sobre cómo potencializar mi imagen. Te cuento que en mi actual trabajo, las apariencias en verdad engañan, se vive en un mundo de competencia extrema en hacer del mando, un poder absoluto, sin respeto a los demás, no existe la palabra trabajo en equipo, a menos que uno haga parte de aquí, o de allá, ¡no hay humanidad!!! se considera el mando como el poder de humillación, está mal visto que se trate con respeto o afecto a los mandos medios o bajos.... acá reina la "clase social", donde la hipocresía está a la orden del día. Tanto así que me cansé, y renuncié... No sé si sea yo, Sylvia, pero me ha costado tanto ubicarme laboralmente, pues no sé, no me siento feliz en los puestos que he tenido, bueno, únicamente en uno... trabajé como docente y me encantó; me sentía feliz, ¡realmente feliz!!! pero nada, se me acabó la alegría al salir de allí. Y ¿por qué salí?? Bueno, lo mismo, la dueña del Colegio era bien particular, su ego tocaba el cielo y el pago era una súplica... pensé que al cambiar de ambiente estaría feliz, pero ¡Nooo!! no sé si sea mi imagen, no sé, pero no he podido encontrar nuevamente la felicidad laboral que tanto llamo a mi vida.... ahhh, qué vida ésta... ¿cómo me encuentro?, ¿cómo potencializo mi entorno???, ¿cómo me veo ante los demás???, ¿seré yo??? ¡ahhh!!, ¡ayuda!!!

D.


Querida D.,

Sin lugar a dudas tomaste la decisión correcta al haber renunciado a tu trabajo, ya que estabas en un entorno que bloqueaba tu proyección personal al ponderar el maltrato y la discriminación como formas legítimas de reiterar el poder. Quienes crean esos escenarios están en un proceso energético y vital muchísimo menos evolucionado que el tuyo y, teniendo en cuenta que tú no eres la propietaria de la empresa, fue una elección sabia –y valiente- la de iniciar un nuevo proyecto.

Me dices que el recuerdo de tu experiencia como docente es muy gratificante. Sin embargo no me atrevería a recomendarte que buscaras nuevamente un empleo como profesora por cuanto no sé si ese trabajo realmente materializa tu pasión o si sólo fue una experiencia agradable que ahora, en virtud de tus circunstancias negativas, puedes estar magnificando como algo mejor de lo que realmente fue (una jefa con un ego descontrolado y una mala paga no son propiamente los elementos que ordinariamente se asocian a la idea de “el trabajo de los sueños”; por eso mi duda).

Examinando lo que me comentas, la parte final de tu carta llamó especialmente mi atención: “pensé que al cambiar de ambiente estaría feliz, pero ¡Nooo!! no sé si sea mi imagen, no sé, pero no he podido encontrar nuevamente la felicidad laboral que tanto llamo a mi vida.... ahhh, qué vida ésta... ¿cómo me encuentro?, ¿cómo potencializo mi entorno???, ¿cómo me veo ante los demás???, ¿seré yo???”.

Lo primero que debes saber es que el problema no eres tú y, por lo tanto, la solución no consiste en ensayar “ser alguien más”. Ciertamente, es posible que sea necesario hacer algunos ajustes tanto de percepción (tuya, interna), como de tu imagen (la que proyectas a nivel profesional), pero esas cosas escapan a lo que te puedo ayudar sin conocerte. Sin embargo sí hay varias recomendaciones muy útiles que te puedo hacer, sobretodo en este momento del año.

1. Ubica los elementos centrales de tu identidad. Este es el primer paso indispensable para autogerenciarse eficazmente. Parece un ejercicio innecesario porque uno vive con uno mismo, de manera que se supone que esas cosas ya deberían estar muy claras para cada quien. Sin embargo, por la situación que expones, es posible que para ti no lo estén tanto. Cuando tienes consciencia de tus talentos, de tus posibilidades, de tus límites y de tus defectos, puedes tomar decisiones responsables y vas a poder comenzar a anticipar algunos resultados. (Si no tienes un método, puedes ensayar con la famosa matriz DOFA. Encuentra aquí un tutorial que me parece muy sencillo y bueno: Cómo hacer una matriz Dofa).

2. Ten clarísimo qué es lo que quieres. Sé que habrás leído ese consejo 1.000 veces, pero puede que en la 1.001 llegues a la reflexión correcta. Fíjate en tu contexto: acabas de renunciar a tu trabajo, pero lo hiciste de manera programada, así que no necesariamente estás en medio de un apuro que te obligue a aceptar cualquier vacante. Antes de comenzar a buscar (suena idealista, pero así funciona), sueña. Sí, sueña primero. Sin pensar en las expectativas que tienen los demás de ti; sin sentirte atada por la profesión que elegiste hace unos años, etcétera, sueña: ¿qué es lo que más te gustaría hacer?

Ahora: esto no es Disneylandia. Antes de saltar al abismo de iniciar una actividad totalmente nueva, es necesario que investigues (a fondo; no olvides que hablamos de un nuevo Plan de Vida) cómo viven las personas que se dedican a eso que estás considerando; qué tuvieron que hacer para llegar donde están (Madonna no se volvió exitosa de la noche a la mañana –a propósito te recomiendo leer biografías de personas relacionadas con lo que escojas hacer, antes de). Debes establecer, además, si esa actividad por la que te estás inclinando es realmente a lo que te quieres dedicar por el resto de tu vida o si sólo es un hobby altamente apasionante (el riesgo de confundir una cosa con otra es muy alto y sale costosísimo devolverse. Yo estuve a punto de que me pasara).

3. “¿Será mi imagen?”. No es fácil decirlo de un modo que no suene muy superficial, pero alguien tiene que hacerlo: la forma como te ves y como los demás te ven determina muchas de las cosas que te están pasando. Detente ya mismo y piensa en cómo escogiste verte hoy. Si fueras caminando por la calle y te vieras pasar caminando, ¿qué pensarías?, ¿te darían ganas de ser esa persona?

En los primeros días de este año tuve el gusto de ser el coach de una hermosa estudiante a punto de graduarse como abogada y quisiera compartirte algunas de las reflexiones que hice con ella. Como primera medida debes saber que tu imagen no sólo consiste en la ropa y los accesorios. Tu imagen está compuesta, cómo no, por el atuendo, pero también por el manejo (ojalá consciente) de tu lenguaje corporal; por el tono de tu voz; por las palabras que eliges para comunicarte; por tu forma de caminar; por la manera como te diriges a los demás (¿excesiva dulzura?, ¿marcas demasiada distancia con todos?); por la actitud con la que asumes los retos diarios.

Como no sé cuál sea tu profesión, voy a seguir pensando en mi joven abogada, porque esos argumentos son universales. Al hacer el repaso de los elementos que conforman la imagen le hice notar que para comenzar su trayectoria profesional es indispensable que ella se sienta, se vista, actúe, piense y aborde todas las situaciones como la abogada que es, incluso el fin de semana. No quiero decir con esto que haya que sacrificar la naturalidad y hacer cosas tan aburridas como usar siempre un lenguaje muy estructurado. No. Te estoy invitando a algo mucho más interesante: empodérate de esa profesional que quieres ser y refleja su esencia en todas las actividades cotidianas. ¿Y cómo hago eso? De nuevo, se comienza soñando. Imagina toda tu vida con detalle. Una pregunta que favorece la inspiración es “¿cómo actuaría si fuera tal persona?”. Visualiza los colores, tu oficina, tus colegas, tus almuerzos de trabajo… y procede.

Prepara una hoja de vida que más que contar qué has hecho, refleje lo que elegiste ser a partir de ahora. Y vístete para el espectáculo. Saca de tu armario la ropa fofa que sólo evoca eso que ya no quieres ser. Ensaya (sola, en tu cuarto, frente al espejo, salvo que puedas contar con el entrenamiento de un coach ejecutivo) tu voz, tu postura corporal. De ser posible, haz la escena de lo que sería “La Peor Entrevista de Trabajo de tu Vida”, imaginando las preguntas más complicadas y lo que dirías.

4. Pasa a la acción. La acción es energía en movimiento y activar ese mecanismo te corresponde a ti y sólo a ti. Hay que salir a buscar las oportunidades. Tal como he dicho a quienes me han consultado por sentir que su vida amorosa está estancada, “salvo que quieras salir con el repartidor de la pizza, nadie más va a venir a tu puerta”. Busca en internet todas las firmas que se dediquen a eso que quieres hacer en tu ciudad… ¡o donde quieras vivir ahora! (ojo: haz las cuentas primero, ¿no? Sí estamos hablando de una revolución, pero sin enloquecerte).

5. Y disfruta el proceso. Olvídate de que vas a transitar un camino en línea recta hacia esa nueva meta que te has fijado, porque la frustración aparecerá sin falta en la primera curva. Para disfrutar de los cambios es indispensable una alta dosis de flexibilidad. En verdad es tan importante ser flexible, que hay que tener la mente y el ánimo dispuesto para asumir, por el camino, un cambio grande de planes.

Nadie te puede garantizar el resultado de esta aventura pero, eso sí, asegúrate, invariablemente, de dar lo mejor de ti en todas las fases; eso es lo que tú sí puedes hacer. El resto déjalo en manos del Destino (o de Dios o del Marciano o de Buda o de lo que sea que te funcione mejor. Tú haz tu parte y confía).

Con mucho cariño y esperando que estas reflexiones te sean de alguna utilidad,


Sylvia


Imagen: Divina Ejecutiva + DreamsTime