miércoles, 20 de marzo de 2013

Pensando en clave de felicidad en el Día de la Felicidad





Durante los 24 de los 28 años que llevo entendiendo cosas las cosas que oigo –me encanta poner cuidado a la gente-, más de una vez me han dicho, rebosantes de autoridad, que para ser feliz “hay que vivir cada día como si fuera el último” y siempre, siempre, de manera instintiva, desde que estaba muy pequeña, la sola propuesta me ha llenado de profunda contrariedad.

Como hoy es 20 de marzo y se celebra por primera vez oficialmente el Día Internacional de la Felicidad, quise que mi –insular- celebración consistiera en anotar las conclusiones más importantes a las que he llegado sobre la felicidad hasta hoy, comenzando por las reflexiones que he hecho en los últimos días, tratando de entender porqué siempre me ha resultado tan incómodo ese consejito de vivir cada día como si fuera el último.


Vive cada día como si fuera el último” Vs. “Haz una cosa a la vez

Es posible que todo se deba a mi forma de ser pero, sinceramente, me declaro en imposibilidad permanente de disfrutar cualquier cosa, por más que me guste, si es bajo la amenaza de que “no va a haber más de eso, de modo tengo que sacar todo el provecho que puedade una vez.

No, señor. Así no: me asfixia.

Tengo, igualmente, la certeza absoluta de que no está garantizado que 5 minutos después de este momento yo vaya a continuar con vida (y sé que los héroes que todos conocemos con enfermedades desafiantes lo tienen aún más claro). Sin embargo me resisto a participar de ese sentido fatalista de la realidad.

Como el avance no está en quejarse sino en proponer, he encontrado otra actitud bastante más sosegada que (en mi personalísima experiencia) ha funcionado bastante mejor: decidí hacer una sola cosa a la vez.

Claro: conforme están las cosas, es más fácil decirlo que hacerlo. Llevar a cabo el plan exigió hacer antes otra reflexión no menos importante: bastante bueno es suficiente; no se necesita que sea perfecto, como dice con tanto acierto el Dr. Ben-Shahar (Si seguía persiguiendo frenéticamente la perfección en cada cosa habría sido imposible concederme la licencia de hacer sólo una a la vez, ¿cierto?).

De acuerdo con el juego que nos plantea la realidad actual, donde estamos hiperconectados al mundo exterior y todo está pasando al tiempo y si te quedas del tren no eres nadie; donde cada minuto irrumpe en la escena otro personaje que hace las cosas mejor que tú; donde a la vuelta de cada esquina aparece una persona más hermosa y más inteligente que la anterior; donde ningún título académico alcanza; en esta dinámica en que la vida nunca es suficientemente confortable porque cada mes hay un automóvil mejor que el tuyo y un electrodoméstico más sofisticado; cada semana oyes de otra familia menos disfuncional que la tuya y cada tanto emerge un nuevo ícono del estilo a quien seguir (por sólo citar unos ejemplos y no pintar un panorama más apremiante), de acuerdo con esas circunstancias, me resultó indispensable asumir, -si de verdad quería ser feliz en esta vida-, que bastante bueno es suficiente; y que no se necesita que sea perfecto.

En ese propósito me resultó de enorme ayuda interiorizar los planteamientos del Dr. Tal Ben-Shahar, profesor de psicología positiva en la Universidad de Harvard, que dice esto mismo que estoy diciendo, pero mejor (como no podría ser de otra forma, claro).

Cuando decidí que le apostaría a vivir una vida llena de cosas suficientemente buenas, comencé a tener la disposición trascendental para hacer una sola cosa a la vez. Y no es que me haya resignado a rodearme de relaciones y cosas mediocres o que haya renunciado a dar lo mejor de mí en mi trabajo y en mi vida personal o que reniegue del ritmo de nuestra era.

Nada de eso: me le medí a obtener siempre lo mejor que se pueda, dentro de las cosas que me interesan (a mí; ¡a mí!) y dentro de las posibilidades que tengo como humano de las siguientes características actuales: mujer, 28 años, colombiana, abogada fugitiva, soltera, católica, etc. En 5, 10 o 40 años, mis intereses no podrán ser los mismos.

Entre otras razones, por eso es que no puede haber una receta mágica para establecer qué es lo bastante bueno, y con esto quiero decir que tampoco podrá existir nunca la fórmula para ser feliz: cada cual tiene (que tener) sus parámetros.

Fue así como entendí que no sólo era perfectamente posible sino, además, indispensable, comenzar a hacer una sola cosa a la vez: como ya había descartado la necesidad (autoimpuesta, naturalmente) de que todas las cosas fueran perfectas, pasé a dedicar menos tiempo en promedio a cada actividad en la que me ocupo, pero a poner toda mi concentración en cada cosa que hago. Ahora pienso que a eso es que se refieren los que definen la felicidad como la coincidencia entre lo que hace el cuerpo y lo que desea el espíritu y quienes hablan de vivir “aquí y ahora”.

Dar lo mejor de sí y confiar

Como la idea es ser feliz sin dejar de participar, de todas formas, de la dinámica actual del planeta tierra (la vía fácil sería aconsejarte que leas El Monje que Vendió su Ferrari y que hagas lo mismo, pero, sinceramente, ni yo me embarcaría en un plan de esos), lo más inteligente que encontré hacer en mi planteamiento de Vida Feliz, además de hacer una sola cosa a la vez, fue hacer bien y a tiempo las cosas que debo/quiero hacer y soltar el sentido del resultado (aquí el crédito es para mi papá, Orlando, que es mi héroe cotidiano). Es decir, aprendí a confiar en el futuro (¿en “la vida”?), en lo que soy y en que siempre será exactamente lo que tenga que ser.

Esta no es una invitación a la ingenuidad ni al hipismo. Al contrario, lo es a la serenidad consciente. ¿En serio es tan importante tener todas las variables bajo control? Por lo pronto pienso que no, porque cada día que pasa me encuentro con más y más evidencias de que el control va por un canal distinto al de la felicidad, en el sentido de que una cosa no tiene nada que ver con la otra (piensa en cualquier sujeto controlador y dime, honestamente, si cambiarías tu vida por la de él porque él es más feliz… Tal vez sea más rico, pero, ¿más feliz?).

Así, la conclusión a la que he llegado hasta este momento es que debemos tener en relación con nosotros mismos la misma actitud indulgente y comprensiva que tenemos hacia los demás, de quienes no esperamos un sistema operativo a prueba de fallos, así que, por regla general, no les exigimos tanto como nos exige a cada uno de nosotros el carcelero interno con el que conversamos a todas horas.

Por lo pronto puedo concluir que hay una mina de bienestar en entender que somos humanos muy humanos y que sólo hasta ese preciso punto (hasta el límite exacto de nuestra naturaleza) nos es exigible un resultado.

¡Feliz día de la felicidad!!!

martes, 26 de febrero de 2013

Una Marca Personal que hace palpitar (de envidia y de amor): Jude Law




Acaba de cumplir 40. Actor, británico, rubio apacible: un verdadero ícono contemporáneo del encanto.

Jude Law es otra de mis marcas personales preferidas por el recuerdo tan fuerte que deja cada vez que aparece en escena y por el impacto sobrecogedor que causa cuando una foto suya se cruza al pasar las hojas de una revista. Al verlo dan ganas de jugar a ser, al menos por un rato, como él.

¿Por qué?

La respuesta en 12 razones y dos videos:


1. Siempre parece un poco desconcertado, pero nunca tiene un proceder errático

Pareciera que, aunque está atento a todo cuanto pasa a su alrededor, no alcanza a entender muy bien porqué pasa lo que está pasando y, sin embargo, siempre está en control de su situación. No titubea por ningún motivo.


2. Nunca parece suficientemente convencido de algo, ni siquiera de eso que lo está haciendo reír

Hasta cuando ríe con más ganas, pareciera que no quedó suficientemente convencido y que sigue guardando una parte de la celebración para sí. Sus risas son como condescendencias con el mundo.


3. Incluso en medio de escenas de peligro parece estar divirtiéndose

(¡¿Se necesita una explicación para entender por qué esa actitud es tan hipnóticamente atractiva?!)



4. Siempre se toma su tiempo

Hasta para levantar la mirada del suelo se concede un espacio, como si sus reflexiones fueran lo único que importa en el mundo.


5. Nunca está bien peinado

… Pero nunca está desprolijo. Por el contrario, es clarísimo que está intencionalmente despeinado.


6. Está serio, te mira a los ojos, sonríe medio incrédulo y… deja de sonreír

Esta sí es la más clásica; se llama reforzamiento intermitente y la premisa es así:Lograste hacerme sonreír un segundo. Si intentas más duro, tendrás otro poquito de eso que ya vi que te gustó tanto”. Listo.


7. Siempre parece saber demasiado de su interlocutor

Razón por la cual nunca dejará de estar en control de la situación y todos querrán ser como él o, cuando menos, estar junto a él.


8. Sus alegrías son bastante discretas pero muy muy intensas

Tal vez esa costumbre sea lo más envolvente de la aparente impavidez con que los ingleses acostumbran abordar el mundo. Su carácter flemático le hace parecer estar en control supremo de sus emociones, casi llegando al desapego.



9. Cuando no queda otro recurso del lenguaje se muerde los labios, luego de lo cual alza las cejas, rechazando cualquier posibilidad de culpa a su cargo

Sin palabras.


10. Incorpora movimientos femeninos y, sin embargo, su imagen no es afeminada

Esta es, quizás, la seña más contundente de su Marca Personal: Jude Law está muy muy muy consciente de su cuerpo delgado pero fuerte; de su cuello largo; de su sonrisa amplia, completa y alineada; de su mirada azul, así que se mueve, en –muchas- ocasiones, con la gracia de una mujer (si te fijas, los atributos físicos que enlisté bien podrían corresponder a la descripción de una mujer atractiva), sin perder el encanto original de un hombre.

Otra nota clave de su Marca consiste en preferir los azules, lavandas y grises en la ropa y los accesorios, dándose nuevamente un halo de feminidad sin poner en riesgo su sex-appeal masculino. Al contrario, esas elecciones terminan por reiterarlo.




11. Como Mastroianni, prefiere las Wayfarer de Ray-Ban

Les comparto esta reseña que hice para quienes quieren saber más de uno de los marcos de gafas de sol más trascendentales de la historia reciente:



12. Su contextura esbelta y sus rasgos perfilados lo hacen parecer vulnerable pero, a la vez, no parece necesitar nada de nadie

(Ahí está el secreto de su virilidad)

Finalmente, para que los caballeros aprendan –a escondidas, o no quedará nada de nuestra admiración- y las mujeres se diviertan, he seleccionado este par de video clips, luego de cuya reproducción quedará aún más claro el porqué de cada cosa que está anotada en este artículo:

Este es mi video favorito: Jude Law bajo la dirección de Guy Ritchie para la casa Dior. De infarto: Click aquí para ver el video No.1


Una selección de imágenes en movimiento de algunas de las películas más famosas de Law. A propósito, si les queda un tiempo, les recomiendo ver AlfieClick aquí para ver el video No.2


¡Seguimos haciendo girar cabezas!

domingo, 13 de enero de 2013

No encuentro la felicidad laboral: ¿Seré yo?





Una lectora a quien aprecio muchísimo, aunque no tengo el gusto de conocer personalmente, me escribió esta carta que, por plantear unos temas de reflexión muy interesantes, me permito compartir y comentar con todos.

Querida Sylvia,

Te escribo porque quisiera saber un poco más sobre cómo potencializar mi imagen. Te cuento que en mi actual trabajo, las apariencias en verdad engañan, se vive en un mundo de competencia extrema en hacer del mando, un poder absoluto, sin respeto a los demás, no existe la palabra trabajo en equipo, a menos que uno haga parte de aquí, o de allá, ¡no hay humanidad!!! se considera el mando como el poder de humillación, está mal visto que se trate con respeto o afecto a los mandos medios o bajos.... acá reina la "clase social", donde la hipocresía está a la orden del día. Tanto así que me cansé, y renuncié... No sé si sea yo, Sylvia, pero me ha costado tanto ubicarme laboralmente, pues no sé, no me siento feliz en los puestos que he tenido, bueno, únicamente en uno... trabajé como docente y me encantó; me sentía feliz, ¡realmente feliz!!! pero nada, se me acabó la alegría al salir de allí. Y ¿por qué salí?? Bueno, lo mismo, la dueña del Colegio era bien particular, su ego tocaba el cielo y el pago era una súplica... pensé que al cambiar de ambiente estaría feliz, pero ¡Nooo!! no sé si sea mi imagen, no sé, pero no he podido encontrar nuevamente la felicidad laboral que tanto llamo a mi vida.... ahhh, qué vida ésta... ¿cómo me encuentro?, ¿cómo potencializo mi entorno???, ¿cómo me veo ante los demás???, ¿seré yo??? ¡ahhh!!, ¡ayuda!!!

D.


Querida D.,

Sin lugar a dudas tomaste la decisión correcta al haber renunciado a tu trabajo, ya que estabas en un entorno que bloqueaba tu proyección personal al ponderar el maltrato y la discriminación como formas legítimas de reiterar el poder. Quienes crean esos escenarios están en un proceso energético y vital muchísimo menos evolucionado que el tuyo y, teniendo en cuenta que tú no eres la propietaria de la empresa, fue una elección sabia –y valiente- la de iniciar un nuevo proyecto.

Me dices que el recuerdo de tu experiencia como docente es muy gratificante. Sin embargo no me atrevería a recomendarte que buscaras nuevamente un empleo como profesora por cuanto no sé si ese trabajo realmente materializa tu pasión o si sólo fue una experiencia agradable que ahora, en virtud de tus circunstancias negativas, puedes estar magnificando como algo mejor de lo que realmente fue (una jefa con un ego descontrolado y una mala paga no son propiamente los elementos que ordinariamente se asocian a la idea de “el trabajo de los sueños”; por eso mi duda).

Examinando lo que me comentas, la parte final de tu carta llamó especialmente mi atención: “pensé que al cambiar de ambiente estaría feliz, pero ¡Nooo!! no sé si sea mi imagen, no sé, pero no he podido encontrar nuevamente la felicidad laboral que tanto llamo a mi vida.... ahhh, qué vida ésta... ¿cómo me encuentro?, ¿cómo potencializo mi entorno???, ¿cómo me veo ante los demás???, ¿seré yo???”.

Lo primero que debes saber es que el problema no eres tú y, por lo tanto, la solución no consiste en ensayar “ser alguien más”. Ciertamente, es posible que sea necesario hacer algunos ajustes tanto de percepción (tuya, interna), como de tu imagen (la que proyectas a nivel profesional), pero esas cosas escapan a lo que te puedo ayudar sin conocerte. Sin embargo sí hay varias recomendaciones muy útiles que te puedo hacer, sobretodo en este momento del año.

1. Ubica los elementos centrales de tu identidad. Este es el primer paso indispensable para autogerenciarse eficazmente. Parece un ejercicio innecesario porque uno vive con uno mismo, de manera que se supone que esas cosas ya deberían estar muy claras para cada quien. Sin embargo, por la situación que expones, es posible que para ti no lo estén tanto. Cuando tienes consciencia de tus talentos, de tus posibilidades, de tus límites y de tus defectos, puedes tomar decisiones responsables y vas a poder comenzar a anticipar algunos resultados. (Si no tienes un método, puedes ensayar con la famosa matriz DOFA. Encuentra aquí un tutorial que me parece muy sencillo y bueno: Cómo hacer una matriz Dofa).

2. Ten clarísimo qué es lo que quieres. Sé que habrás leído ese consejo 1.000 veces, pero puede que en la 1.001 llegues a la reflexión correcta. Fíjate en tu contexto: acabas de renunciar a tu trabajo, pero lo hiciste de manera programada, así que no necesariamente estás en medio de un apuro que te obligue a aceptar cualquier vacante. Antes de comenzar a buscar (suena idealista, pero así funciona), sueña. Sí, sueña primero. Sin pensar en las expectativas que tienen los demás de ti; sin sentirte atada por la profesión que elegiste hace unos años, etcétera, sueña: ¿qué es lo que más te gustaría hacer?

Ahora: esto no es Disneylandia. Antes de saltar al abismo de iniciar una actividad totalmente nueva, es necesario que investigues (a fondo; no olvides que hablamos de un nuevo Plan de Vida) cómo viven las personas que se dedican a eso que estás considerando; qué tuvieron que hacer para llegar donde están (Madonna no se volvió exitosa de la noche a la mañana –a propósito te recomiendo leer biografías de personas relacionadas con lo que escojas hacer, antes de). Debes establecer, además, si esa actividad por la que te estás inclinando es realmente a lo que te quieres dedicar por el resto de tu vida o si sólo es un hobby altamente apasionante (el riesgo de confundir una cosa con otra es muy alto y sale costosísimo devolverse. Yo estuve a punto de que me pasara).

3. “¿Será mi imagen?”. No es fácil decirlo de un modo que no suene muy superficial, pero alguien tiene que hacerlo: la forma como te ves y como los demás te ven determina muchas de las cosas que te están pasando. Detente ya mismo y piensa en cómo escogiste verte hoy. Si fueras caminando por la calle y te vieras pasar caminando, ¿qué pensarías?, ¿te darían ganas de ser esa persona?

En los primeros días de este año tuve el gusto de ser el coach de una hermosa estudiante a punto de graduarse como abogada y quisiera compartirte algunas de las reflexiones que hice con ella. Como primera medida debes saber que tu imagen no sólo consiste en la ropa y los accesorios. Tu imagen está compuesta, cómo no, por el atuendo, pero también por el manejo (ojalá consciente) de tu lenguaje corporal; por el tono de tu voz; por las palabras que eliges para comunicarte; por tu forma de caminar; por la manera como te diriges a los demás (¿excesiva dulzura?, ¿marcas demasiada distancia con todos?); por la actitud con la que asumes los retos diarios.

Como no sé cuál sea tu profesión, voy a seguir pensando en mi joven abogada, porque esos argumentos son universales. Al hacer el repaso de los elementos que conforman la imagen le hice notar que para comenzar su trayectoria profesional es indispensable que ella se sienta, se vista, actúe, piense y aborde todas las situaciones como la abogada que es, incluso el fin de semana. No quiero decir con esto que haya que sacrificar la naturalidad y hacer cosas tan aburridas como usar siempre un lenguaje muy estructurado. No. Te estoy invitando a algo mucho más interesante: empodérate de esa profesional que quieres ser y refleja su esencia en todas las actividades cotidianas. ¿Y cómo hago eso? De nuevo, se comienza soñando. Imagina toda tu vida con detalle. Una pregunta que favorece la inspiración es “¿cómo actuaría si fuera tal persona?”. Visualiza los colores, tu oficina, tus colegas, tus almuerzos de trabajo… y procede.

Prepara una hoja de vida que más que contar qué has hecho, refleje lo que elegiste ser a partir de ahora. Y vístete para el espectáculo. Saca de tu armario la ropa fofa que sólo evoca eso que ya no quieres ser. Ensaya (sola, en tu cuarto, frente al espejo, salvo que puedas contar con el entrenamiento de un coach ejecutivo) tu voz, tu postura corporal. De ser posible, haz la escena de lo que sería “La Peor Entrevista de Trabajo de tu Vida”, imaginando las preguntas más complicadas y lo que dirías.

4. Pasa a la acción. La acción es energía en movimiento y activar ese mecanismo te corresponde a ti y sólo a ti. Hay que salir a buscar las oportunidades. Tal como he dicho a quienes me han consultado por sentir que su vida amorosa está estancada, “salvo que quieras salir con el repartidor de la pizza, nadie más va a venir a tu puerta”. Busca en internet todas las firmas que se dediquen a eso que quieres hacer en tu ciudad… ¡o donde quieras vivir ahora! (ojo: haz las cuentas primero, ¿no? Sí estamos hablando de una revolución, pero sin enloquecerte).

5. Y disfruta el proceso. Olvídate de que vas a transitar un camino en línea recta hacia esa nueva meta que te has fijado, porque la frustración aparecerá sin falta en la primera curva. Para disfrutar de los cambios es indispensable una alta dosis de flexibilidad. En verdad es tan importante ser flexible, que hay que tener la mente y el ánimo dispuesto para asumir, por el camino, un cambio grande de planes.

Nadie te puede garantizar el resultado de esta aventura pero, eso sí, asegúrate, invariablemente, de dar lo mejor de ti en todas las fases; eso es lo que tú sí puedes hacer. El resto déjalo en manos del Destino (o de Dios o del Marciano o de Buda o de lo que sea que te funcione mejor. Tú haz tu parte y confía).

Con mucho cariño y esperando que estas reflexiones te sean de alguna utilidad,


Sylvia


Imagen: Divina Ejecutiva + DreamsTime


lunes, 17 de diciembre de 2012

Qué no comprar para el atuendo navideño






Como es apenas justo, en medio de la compra de los regalos de diciembre solemos incluir un par de prendas de vestir para nosotros. Y, como he visto más de una fortuna malgastada en cosas poco halagadoras, combinaciones de colores disfuncionales o prendas sueltas que no tienen nada que ver con el resto del armario, pero que denotan un claro esfuerzo por tratar de innovar, voy a resumir a continuación qué cosas no elegir por ningún motivo (porque el daño a la imagen está garantizado) y con cuáles se va a la fija, para que cada quien se divierta diseñando su estilo sin arriesgar demasiado.

Las compras, paso a paso

Ir de compras, sobretodo en diciembre, cuando en este lado del planeta destinamos gran parte del presupuesto en regalos para nuestros allegados, debe ser un proceso que comience en casa, si queremos hacer inversiones inteligentes.

Como primera medida hay que revisar el clóset para establecer, a ciencia cierta, qué tengo, qué me hace falta, qué tengo repetido y, lo más importante: qué me gustaría tener. (La expresión contemporánea “aspiracional” no es exactamente mi palabra favorita, pero es inevitable tener en cuenta que la moda es, de por sí, bastante “aspiracional”, así que lo que “me gustaría tener” es algo que hay que tomar en consideración –incluso si al final hay que descartarlo).

Hay que confirmar que los básicos (una camisa blanca de abotonar, un pantalón negro, un par de jeans decentes, una camiseta blanca, un buen blazer, etc., -los infaltables) todavía estén en buen estado; de lo contrario, conviene comenzar por remplazarlos. Hay que ver qué colores y qué materiales (telas, tejidos) predominan en el guardarropa y tenerlos en mente para saber, ya estando en el almacén, con qué pieza nueva puedo hacer una buena combinación.

En segundo lugar, antes de pensar en el efecto adelgazante de los colores, en cuál es la última moda en las pasarelas, en qué llevaba puesto el modelo de la revista o en qué es lo que usa mi mejor amigo que se le ve tan bien, conviene que te preguntes: ¿qué quiero proyectar con mi atuendo?, ¿qué quiero experimentar cuando me vista?

Aunque estas preguntas parezcan un poquito cursis por el modo en que están formuladas, en realidad son de la mayor importancia. Si ya me cansé de tener el look de secretaria de los 80’s; si ya no quiero verme como un rebelde sin causa; si ya no necesito aparentar tener más edad de la que tengo porque la gente ya me toma en serio; si ya entendí que no tengo que verme más sexy que mi hija de 20 años; si quiero renovar mis contactos profesionales viéndome como un tipo exitoso de mediana edad, etc., cualquiera, cualquiera de esos propósitos exige un rato de reflexión antes de ir al comercio para evitar ser presa de algún buen vendedor.

Es tan cierto lo que te digo que, si no fuera así, no tendrías esos rincones oscuros del armario: hay muchísimas prendas que compramos “por inercia”; porque pensamos que son las que nos están bien; porque nos parecieron bonitas aunque en realidad no tenemos la ocasión para usarlas… Pues, como por cada cosa hay que pagar un precio, y el propósito es que no malgastes esa parte del presupuesto que destinaste para ti, contestar las preguntas que te hago viene siendo un paso inevitable.

En tercer lugar hay que tener en cuenta, ahora sí, los factores objetivos que te definen como la edad, el género, el color de la piel, el peso, la forma de tu cuerpo (lo primero es mirarte al espejo y saber, sin engaños, dónde concentras el mayor volumen corporal y qué partes son las más delgadas –es posible que sólo las muñecas sean delgadas; no importa. Hay que tener clarísimo el panorama), a qué te dedicas. En algunas ocasiones también hay que tener en cuenta a qué te quieres dedicar el año que viene

Como cada caso es distinto, aquí van los tips generales de supervivencia en materia de estilo.

Qué no hacer por nada del mundo

  • Estas son las combinaciones de colores que, por norma general (salvo algunas excepciones que nos tomaría mucho tiempo desarrollar aquí, pero que, faltaba más, quedan a tu criterio), te conviene evitar: negro + marrón oscuro; negro + azul oscuro; vino tinto (borgoña) + amarillo mostaza; amarillo + verde o amarillo + morado (esas dos combinaciones fueron consideradas audaces hace algunos años, pero ya no van más); verde oliva + verde manzana o verde oliva + verde esmeralda; gris + zapatos amarillo quemado (como color maní. En las calles vemos muchos señores intentando copiar el look de gangster italiano usando esos colores… Sí se puede, pero la cosa no es tan sencilla).


  • Los señores deben evitar usar pantalones negros con camisa roja, de la tela que sea.


  • No combinar: camisa de cuadros + pantalón de rayas. Blusa de flores + pantalón de flores. El mensaje es que procures equilibrar los estampados.


  • No combinar: cinturón marrón + zapatos negros + estuche para el celular de colgar en el cinturón en otro color (en tanto te sea posible, esto último no lo uses nunca. Gracias).


  • No usar: blusa roja + cartera roja, por ejemplo, si no son exactamente del mismo color. Cuando los tonos no coinciden rigurosamente, es mejor hacer un contraste con otro tono totalmente distinto.


  • No usar: jeans + los zapatos de usar con el vestido de saco y corbata.


  • Cancelado: camisetas blancas de cuello redondo que se asoman por la “V” de la camisa de abotonar que llevas encima. Si consideras indispensable usar la camiseta debajo, busca una con el cuello en “V” que no se asome por ningún motivo. (Así evitas verte “tibio”)


  • No usar: camiseta de cuello redondo por dentro de los jeans + cinturón de cuero. Esas camisetas van por fuera y listo. Nunca con pantalones formales, ¿cierto?


  • En los señores, hay que prestar especial atención a que la camisa sea de la talla correcta. Cuando la camisa es más pequeña (sea porque el puño no cubre la muñeca o porque el botón de la cintura tiene que trabajar muy duro), el resultado es poco favorecedor y nunca, por ningún motivo, se verán más jóvenes ni más esbeltos por usar la ropa más pequeña.


  • En las mujeres hay que asegurarse de que los pantalones tengan la pretina a la altura correcta (que no sean de corte muy bajo si la dimensión de la cadera no lo aconseja) y que no aprieten por debajo de la cintura para no hacer aparecer protuberancias que en realidad no tenemos pero que nos las crea el pantalón de la talla equivocada.


  • Que los señores eviten usar camisas color beige o “café con leche”, aunque el vendedor les diga que “es el color que combina perfecto con el marrón de los pantalones”. Como la camisa es lo que tenemos más cerca de la cara, el color que vaya ahí tiene que tener el efecto de “iluminar”; no de hacernos ver como pacientes hepáticos.


  • Señores, por ningún motivo: camisa de abotonar negra + pantalones negros + zapatos color miel.



Los tips para acertar

  • En lugar de comprar varias cositas sueltas –generalmente porque están en promoción-, visualiza una “pinta” completa desde la casa y sal a buscarla. Invierte en un look completo aunque vuelvas a tu casa con menos bolsas que cuando sales a cazar descuentos.


  • No compres cosas pensando “esto me servirá cuando esté de crucero por las Bahamas”, de no ser porque en realidad te vas de crucero por las Bahamas. En otras palabras, no compres cosas que no necesitas, pensando con el deseo.


  • Ve con tiempo y pruébate estilos que no has usado antes. Es posible que confirmes que, en efecto, no te quedan bien… pero también es posible que te lleves una sorpresa y renueves tu imagen en una misma tarde de compras.


  • Si no te gusta el estilo del vendedor que te atiende en el almacén, inventa alguna excusa para hacer que te atienda otra persona. De lo contrario ese vendedor, de buena fe, te va a aconsejar que te vistas como él… (Sigue tu instinto).


  • En caso de duda, opta por las combinaciones de color tradicionales: azul oscuro + azul celeste; azul + blanco; caqui +  verde oliva; gris oscuro + gris claro; gris oscuro + púrpura (berenjena); lavanda + azul oscuro etc. (A veces basta dar un vistazo a las vitrinas antes de elegir. Los almacenes serios generalmente cuentan con un asesor de imagen para diseñar la exhibición).


  • Los señores que le quieren apostar a la sofisticación se verán muy bien con camisas lavanda, azul claro, rosado claro.


Como la extensión de este artículo ya debe haber superado el límite de la paciencia de muchos lectores, me veo en la necesidad de interrumpir mis consejos aquí, no sin antes reiterar que, en materia de estilo, son más las cosas que sí se pueden hacer que las que no.

Quise enfocarme en lo que se debe evitar para asegurarme de resolver, al menos, las dudas más frecuentes; así que si se observan esos consejos básicos, la posibilidad de verse disfrazado o fuera de lugar es muy bajita. Por el contrario, les auguro una imagen bastante más encantadora que de costumbre.

¡Felices compras!


Imágenes: Es más; Dreamstime.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Una Marca Personal de infarto: Frank Sinatra




Francis Albert Sinatra (Estados Unidos, 1935-1998), ganador de cuanto premio importante hubo mientras vivió (Globos de Oro, Premios Óscar, Grammys, entre muchos otros), es el titular de una de mis marcas personales favoritas.

Hijo de inmigrantes italianos, tuvo por madre a una señora que, además de ser activista del partido demócrata, cumplía unas funciones equivalentes a las de La Celestina (la obra que yo sigo pensando que sí escribió Fernando de Rojas, aunque muchos digan que no); y, por padre, a un bombero que en las noches atendía su propia taberna.

Frank Sinatra creó en torno a sí uno de mis mitos artísticos favoritos, no porque su vida constituya propiamente un ejemplo a seguir, sino por la fascinación que generó en hombres y mujeres (incluidas señoritas desmayadas) y que contagió hasta al curioso Mario Puzo. (¿“No sé quién es el tal Mario Puzo”?: click aquí ).

Para no malgastar nuestro tiempo en rodeos introductorios, en virtud de la fama mundial del personaje que me releva de la necesidad de decir más, me permito enlistar a continuación las que, en mi personalísima opinión, constituyeron las razones centrales del encanto de Frank, también conocido como “La Voz” a partir de la vista de dos de sus videos que encuentro especialmente divertidos, por las grandísimas lecciones de expresión corporal que recibimos del cantante:

1. “What now, my love”: Ver el video haciendo click aquí

  • ¡Qué forma de moverse! Su modo de bailar no corresponde a su edad exactamente, ya que el movimiento juguetón de la cabeza y el balanceo intencionalmente perturbador pero rápidamente interrumpido de las caderas parecería el de alguien más joven o, acaso, el de una muchacha tímida, pero nunca el del hombre en sus cincuenta tempranos que se ve magnífico en su smoking. A él parece no importarle. Por el contrario, se le ve imperturbablemente ocupado en la pregunta de “y ahora qué, mi amor”.


  • Tiene la mirada de quien se está divirtiendo terriblemente pero, a la vez, pareciera abstraído de la escena; como si tuviera la mente volando sobre un lugar mejor. ¿El efecto? Sencillo: más de una mujer se habría rasgado las vestiduras por atrapar su atención y sentir que es ella la causa de tanta entretención.


  • Sus manos parecen estar midiendo una cintura de mujer: mira el ademán cuando el video va en 1:17 y piensa en la época para la que él cantaba. Su mano izquierda mostrando una convexidad apretada no sólo sería arrebatadora para las espectadoras sino, además, un gran modelo para los señores.


  • Es que dan ganas de ser él”, para sentir lo que está sintiendo: cuando el video va en 2:10, más o menos, en los dos golpes fuertes de la batería Frank aprieta los dientes y suelta ligerísimamente los labios, como si ese sonido le estremeciera hasta la médula de puro gusto.  

Esa movida funciona bajo el mismo principio de la de Tom Sawyer cuando su tía le mandó pintar la cerca y él no quería hacerlo: su estrategia para librarse de la misión fue mostrarse tan tremendamente divertido pintando (hasta silbaba de la dicha), que al final los demás niños hacían una fila y le pagaban con tal de tener la ocasión de divertirse tanto como él… pintando la cerca que jamás quiso pintar.


2.  “The girl from Ipanema”, con Tom Jobim: Ver el video haciendo click aquí

  • Aquí la cosa es todavía más sencilla: durante los primeros 20 segundos de reproducción, bien podrías sustituir la guitarra por la Chica de Ipanema, porque Frank mira el instrumento musical como si en su lugar estuviera bailando despacito, frente a él, una mujer de otro mundo.


  • Canta con una expresión de deleite, casi hasta el paroxismo, que te hace pensar que la letra de la canción se le está ocurriendo ahí mismo, mientras piensa en la afortunada y sostiene desprevenidamente el cigarrillo en su mano derecha. El momento culmen está en el minuto 1:20 hasta 1:29, mientras dice “tall and tan and young and lovely” (alta y bronceada y joven y adorable), donde parece que estuviera viendo una aparición.


  • Y, para cerrar con broche de oro y confirmar el trance, Frank suelta una bocanada de humo durante la sutil reverencia que hace al recibir los aplausos del público. Listo.


Además de lo entretenedor que es, para sus fans (yo la primera, claro. No quisieran ver el brillito que me queda en los ojos luego de ver este par de videos una y otra vez en son de entenderle su juego), verlo en escena, F. Sinatra se hizo acreedor de una exitosísima Marca Personal, entre otras, por las siguientes razones:

  • Jamás se preocupó por desmentir lo que se decía de él: se le asoció con la mafia, se le vinculó con asesinatos y tenía fama de no tener buenos modales, pero las dos primeras cosas no se pudieron demostrar fehacientemente, como parece que consta en el expediente de más de 2.400 folios que reposa en el archivo del FBI.


  • Cantó en la boda de la hija de un miembro de La Cosa Nostra, inspirando así la famosa escena de El Padrino.


  • Fue amigo personal de los Kennedy, de los Reagan y activista de la campaña de Roosevelt. Estuvo involucrado con Marilyn Monroe y casado con Ava Gardner y con la joven Mia Farrow.


  • Se resistía a ensayar sus presentaciones, por lo que a veces desentonaba un poco o cometía pequeños errores que terminaba convirtiendo en el eje de su encanto en escena.


  • Daba instrucciones al controlador del sonido de ajustar el volumen de su voz por encima del de la orquesta, de modo que pudiera lograr el efecto de “susurrar al oído del público”.


Notoriedad”, “espontaneidad”, “contactos importantes” y “nunca desmentir el mito ni confirmarlo totalmente”, podrían ser los atributos más sobresalientes de esta Marca Personal tan hipnótica para muchos.

Nos queda bastante para pensar por un rato, ¿ah?

Imagen: Plumas de Caballo

jueves, 6 de diciembre de 2012

Estado mental femenino: Clímax con Taches






Desde la década de los 80’s las mujeres hemos tenido nuestras “oleadas de taches” (“estoperoles” o “studs”). Ahora mismo estamos en medio de una y esa es mi propuesta de la temporada: que le devuelvas la dignidad a esa cartera de taches olvidada en el fondo del clóset o que reúnas la actitud para comprarte una pieza.

Anoche estuve en una fiesta  -qué fiesta-  de creativos de producción audiovisual y ¡los taches eran la sensación!

Ahora mismo encontrarás de todo en las vitrinas con aplicaciones de metal: blusas, tops, chaquetas (de cuero y en tweed –que es un material que permite seguir la tendencia a más bajas revoluciones), ballerinas, zapatos de tacón, corsés, todo, todo, todo.

Naturalmente, hay unas reglas que hay que seguir para que te veas regia y no como si te hubieras disfrazado de La Reina del Glam:

-       NO te vistas de pies a cabeza con estoperoles. Ensaya máximo dos cosas: cinturón + zapatos; chaqueta + cartera de mano; pantalones + zapatos de tacón con taches en el talón o en la punta; bolso grande de día + un poquito en el top debajo de la chaqueta.

Ojo: si elegiste un corsé con taches, detente ahí: esa pieza es de por sí suficientemente llamativa, así que mejor no uses el metal en otra.

-       Si es la primera vez que vas a usar taches y no te sientes muy segura, evita las prendas negras porque el contraste es muy fuerte. Prueba con unos zapatos planos en color nude (piel) que tengan ese detalle o con una cartera de mano pequeña (con un clutch).

-       Si vas a llevar una chaqueta negra de cuero con taches (bastante demandante de actitud, por cierto), NO uses rosado en el maquillaje y menos en los labios. Combina la chaqueta con jeans oscuros o con pantalones negros para no verte excesivamente “de fiesta”.

-       La tendencia derrite a mujeres de todas las edades. Las más grandes se ven muy bien con zapatos planos o bolsos de día con taches. Con más de 55 años (la apariencia según la edad es muy relativa; sobretodo ahora. Escogí “55 años” por dar un parámetro más o menos objetivo), es mejor evitar las chaquetas con esos apliques.

-       Para disparar el estilo en la oficina, taches (pocos) en una sola parte: los hombros de la chaqueta.

-       Pulseras o anillos del mismo estilo son otra opción de llevar la tendencia.

-       Evita la mezcla de taches + colores neón porque, como lo hemos mencionado en otras veces, puedes resultar llamando la atención por las razones equivocadas.

Por cierto, los colores de neón irrumpieron brevemente a mitad de año, pero fue una aparición realmente fugaz. Si todavía tienes cosas de ese color circulando, considera seriamente volver a ponerlas en el cajón y esperar al siguiente arrebato en unos meses.

¡Feliz comienzo de diciembre, chicas!


Créditos: Miss Vintage, Dafiti, Fashion Fever, Bess NYC, Stalk Buy Love, The Teenie Weenie Blog, JLo, The Examiner, Helene’s Wardrobe.