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martes, 26 de febrero de 2013

Una Marca Personal que hace palpitar (de envidia y de amor): Jude Law




Acaba de cumplir 40. Actor, británico, rubio apacible: un verdadero ícono contemporáneo del encanto.

Jude Law es otra de mis marcas personales preferidas por el recuerdo tan fuerte que deja cada vez que aparece en escena y por el impacto sobrecogedor que causa cuando una foto suya se cruza al pasar las hojas de una revista. Al verlo dan ganas de jugar a ser, al menos por un rato, como él.

¿Por qué?

La respuesta en 12 razones y dos videos:


1. Siempre parece un poco desconcertado, pero nunca tiene un proceder errático

Pareciera que, aunque está atento a todo cuanto pasa a su alrededor, no alcanza a entender muy bien porqué pasa lo que está pasando y, sin embargo, siempre está en control de su situación. No titubea por ningún motivo.


2. Nunca parece suficientemente convencido de algo, ni siquiera de eso que lo está haciendo reír

Hasta cuando ríe con más ganas, pareciera que no quedó suficientemente convencido y que sigue guardando una parte de la celebración para sí. Sus risas son como condescendencias con el mundo.


3. Incluso en medio de escenas de peligro parece estar divirtiéndose

(¡¿Se necesita una explicación para entender por qué esa actitud es tan hipnóticamente atractiva?!)



4. Siempre se toma su tiempo

Hasta para levantar la mirada del suelo se concede un espacio, como si sus reflexiones fueran lo único que importa en el mundo.


5. Nunca está bien peinado

… Pero nunca está desprolijo. Por el contrario, es clarísimo que está intencionalmente despeinado.


6. Está serio, te mira a los ojos, sonríe medio incrédulo y… deja de sonreír

Esta sí es la más clásica; se llama reforzamiento intermitente y la premisa es así:Lograste hacerme sonreír un segundo. Si intentas más duro, tendrás otro poquito de eso que ya vi que te gustó tanto”. Listo.


7. Siempre parece saber demasiado de su interlocutor

Razón por la cual nunca dejará de estar en control de la situación y todos querrán ser como él o, cuando menos, estar junto a él.


8. Sus alegrías son bastante discretas pero muy muy intensas

Tal vez esa costumbre sea lo más envolvente de la aparente impavidez con que los ingleses acostumbran abordar el mundo. Su carácter flemático le hace parecer estar en control supremo de sus emociones, casi llegando al desapego.



9. Cuando no queda otro recurso del lenguaje se muerde los labios, luego de lo cual alza las cejas, rechazando cualquier posibilidad de culpa a su cargo

Sin palabras.


10. Incorpora movimientos femeninos y, sin embargo, su imagen no es afeminada

Esta es, quizás, la seña más contundente de su Marca Personal: Jude Law está muy muy muy consciente de su cuerpo delgado pero fuerte; de su cuello largo; de su sonrisa amplia, completa y alineada; de su mirada azul, así que se mueve, en –muchas- ocasiones, con la gracia de una mujer (si te fijas, los atributos físicos que enlisté bien podrían corresponder a la descripción de una mujer atractiva), sin perder el encanto original de un hombre.

Otra nota clave de su Marca consiste en preferir los azules, lavandas y grises en la ropa y los accesorios, dándose nuevamente un halo de feminidad sin poner en riesgo su sex-appeal masculino. Al contrario, esas elecciones terminan por reiterarlo.




11. Como Mastroianni, prefiere las Wayfarer de Ray-Ban

Les comparto esta reseña que hice para quienes quieren saber más de uno de los marcos de gafas de sol más trascendentales de la historia reciente:



12. Su contextura esbelta y sus rasgos perfilados lo hacen parecer vulnerable pero, a la vez, no parece necesitar nada de nadie

(Ahí está el secreto de su virilidad)

Finalmente, para que los caballeros aprendan –a escondidas, o no quedará nada de nuestra admiración- y las mujeres se diviertan, he seleccionado este par de video clips, luego de cuya reproducción quedará aún más claro el porqué de cada cosa que está anotada en este artículo:

Este es mi video favorito: Jude Law bajo la dirección de Guy Ritchie para la casa Dior. De infarto: Click aquí para ver el video No.1


Una selección de imágenes en movimiento de algunas de las películas más famosas de Law. A propósito, si les queda un tiempo, les recomiendo ver AlfieClick aquí para ver el video No.2


¡Seguimos haciendo girar cabezas!

lunes, 17 de diciembre de 2012

Qué no comprar para el atuendo navideño






Como es apenas justo, en medio de la compra de los regalos de diciembre solemos incluir un par de prendas de vestir para nosotros. Y, como he visto más de una fortuna malgastada en cosas poco halagadoras, combinaciones de colores disfuncionales o prendas sueltas que no tienen nada que ver con el resto del armario, pero que denotan un claro esfuerzo por tratar de innovar, voy a resumir a continuación qué cosas no elegir por ningún motivo (porque el daño a la imagen está garantizado) y con cuáles se va a la fija, para que cada quien se divierta diseñando su estilo sin arriesgar demasiado.

Las compras, paso a paso

Ir de compras, sobretodo en diciembre, cuando en este lado del planeta destinamos gran parte del presupuesto en regalos para nuestros allegados, debe ser un proceso que comience en casa, si queremos hacer inversiones inteligentes.

Como primera medida hay que revisar el clóset para establecer, a ciencia cierta, qué tengo, qué me hace falta, qué tengo repetido y, lo más importante: qué me gustaría tener. (La expresión contemporánea “aspiracional” no es exactamente mi palabra favorita, pero es inevitable tener en cuenta que la moda es, de por sí, bastante “aspiracional”, así que lo que “me gustaría tener” es algo que hay que tomar en consideración –incluso si al final hay que descartarlo).

Hay que confirmar que los básicos (una camisa blanca de abotonar, un pantalón negro, un par de jeans decentes, una camiseta blanca, un buen blazer, etc., -los infaltables) todavía estén en buen estado; de lo contrario, conviene comenzar por remplazarlos. Hay que ver qué colores y qué materiales (telas, tejidos) predominan en el guardarropa y tenerlos en mente para saber, ya estando en el almacén, con qué pieza nueva puedo hacer una buena combinación.

En segundo lugar, antes de pensar en el efecto adelgazante de los colores, en cuál es la última moda en las pasarelas, en qué llevaba puesto el modelo de la revista o en qué es lo que usa mi mejor amigo que se le ve tan bien, conviene que te preguntes: ¿qué quiero proyectar con mi atuendo?, ¿qué quiero experimentar cuando me vista?

Aunque estas preguntas parezcan un poquito cursis por el modo en que están formuladas, en realidad son de la mayor importancia. Si ya me cansé de tener el look de secretaria de los 80’s; si ya no quiero verme como un rebelde sin causa; si ya no necesito aparentar tener más edad de la que tengo porque la gente ya me toma en serio; si ya entendí que no tengo que verme más sexy que mi hija de 20 años; si quiero renovar mis contactos profesionales viéndome como un tipo exitoso de mediana edad, etc., cualquiera, cualquiera de esos propósitos exige un rato de reflexión antes de ir al comercio para evitar ser presa de algún buen vendedor.

Es tan cierto lo que te digo que, si no fuera así, no tendrías esos rincones oscuros del armario: hay muchísimas prendas que compramos “por inercia”; porque pensamos que son las que nos están bien; porque nos parecieron bonitas aunque en realidad no tenemos la ocasión para usarlas… Pues, como por cada cosa hay que pagar un precio, y el propósito es que no malgastes esa parte del presupuesto que destinaste para ti, contestar las preguntas que te hago viene siendo un paso inevitable.

En tercer lugar hay que tener en cuenta, ahora sí, los factores objetivos que te definen como la edad, el género, el color de la piel, el peso, la forma de tu cuerpo (lo primero es mirarte al espejo y saber, sin engaños, dónde concentras el mayor volumen corporal y qué partes son las más delgadas –es posible que sólo las muñecas sean delgadas; no importa. Hay que tener clarísimo el panorama), a qué te dedicas. En algunas ocasiones también hay que tener en cuenta a qué te quieres dedicar el año que viene

Como cada caso es distinto, aquí van los tips generales de supervivencia en materia de estilo.

Qué no hacer por nada del mundo

  • Estas son las combinaciones de colores que, por norma general (salvo algunas excepciones que nos tomaría mucho tiempo desarrollar aquí, pero que, faltaba más, quedan a tu criterio), te conviene evitar: negro + marrón oscuro; negro + azul oscuro; vino tinto (borgoña) + amarillo mostaza; amarillo + verde o amarillo + morado (esas dos combinaciones fueron consideradas audaces hace algunos años, pero ya no van más); verde oliva + verde manzana o verde oliva + verde esmeralda; gris + zapatos amarillo quemado (como color maní. En las calles vemos muchos señores intentando copiar el look de gangster italiano usando esos colores… Sí se puede, pero la cosa no es tan sencilla).


  • Los señores deben evitar usar pantalones negros con camisa roja, de la tela que sea.


  • No combinar: camisa de cuadros + pantalón de rayas. Blusa de flores + pantalón de flores. El mensaje es que procures equilibrar los estampados.


  • No combinar: cinturón marrón + zapatos negros + estuche para el celular de colgar en el cinturón en otro color (en tanto te sea posible, esto último no lo uses nunca. Gracias).


  • No usar: blusa roja + cartera roja, por ejemplo, si no son exactamente del mismo color. Cuando los tonos no coinciden rigurosamente, es mejor hacer un contraste con otro tono totalmente distinto.


  • No usar: jeans + los zapatos de usar con el vestido de saco y corbata.


  • Cancelado: camisetas blancas de cuello redondo que se asoman por la “V” de la camisa de abotonar que llevas encima. Si consideras indispensable usar la camiseta debajo, busca una con el cuello en “V” que no se asome por ningún motivo. (Así evitas verte “tibio”)


  • No usar: camiseta de cuello redondo por dentro de los jeans + cinturón de cuero. Esas camisetas van por fuera y listo. Nunca con pantalones formales, ¿cierto?


  • En los señores, hay que prestar especial atención a que la camisa sea de la talla correcta. Cuando la camisa es más pequeña (sea porque el puño no cubre la muñeca o porque el botón de la cintura tiene que trabajar muy duro), el resultado es poco favorecedor y nunca, por ningún motivo, se verán más jóvenes ni más esbeltos por usar la ropa más pequeña.


  • En las mujeres hay que asegurarse de que los pantalones tengan la pretina a la altura correcta (que no sean de corte muy bajo si la dimensión de la cadera no lo aconseja) y que no aprieten por debajo de la cintura para no hacer aparecer protuberancias que en realidad no tenemos pero que nos las crea el pantalón de la talla equivocada.


  • Que los señores eviten usar camisas color beige o “café con leche”, aunque el vendedor les diga que “es el color que combina perfecto con el marrón de los pantalones”. Como la camisa es lo que tenemos más cerca de la cara, el color que vaya ahí tiene que tener el efecto de “iluminar”; no de hacernos ver como pacientes hepáticos.


  • Señores, por ningún motivo: camisa de abotonar negra + pantalones negros + zapatos color miel.



Los tips para acertar

  • En lugar de comprar varias cositas sueltas –generalmente porque están en promoción-, visualiza una “pinta” completa desde la casa y sal a buscarla. Invierte en un look completo aunque vuelvas a tu casa con menos bolsas que cuando sales a cazar descuentos.


  • No compres cosas pensando “esto me servirá cuando esté de crucero por las Bahamas”, de no ser porque en realidad te vas de crucero por las Bahamas. En otras palabras, no compres cosas que no necesitas, pensando con el deseo.


  • Ve con tiempo y pruébate estilos que no has usado antes. Es posible que confirmes que, en efecto, no te quedan bien… pero también es posible que te lleves una sorpresa y renueves tu imagen en una misma tarde de compras.


  • Si no te gusta el estilo del vendedor que te atiende en el almacén, inventa alguna excusa para hacer que te atienda otra persona. De lo contrario ese vendedor, de buena fe, te va a aconsejar que te vistas como él… (Sigue tu instinto).


  • En caso de duda, opta por las combinaciones de color tradicionales: azul oscuro + azul celeste; azul + blanco; caqui +  verde oliva; gris oscuro + gris claro; gris oscuro + púrpura (berenjena); lavanda + azul oscuro etc. (A veces basta dar un vistazo a las vitrinas antes de elegir. Los almacenes serios generalmente cuentan con un asesor de imagen para diseñar la exhibición).


  • Los señores que le quieren apostar a la sofisticación se verán muy bien con camisas lavanda, azul claro, rosado claro.


Como la extensión de este artículo ya debe haber superado el límite de la paciencia de muchos lectores, me veo en la necesidad de interrumpir mis consejos aquí, no sin antes reiterar que, en materia de estilo, son más las cosas que sí se pueden hacer que las que no.

Quise enfocarme en lo que se debe evitar para asegurarme de resolver, al menos, las dudas más frecuentes; así que si se observan esos consejos básicos, la posibilidad de verse disfrazado o fuera de lugar es muy bajita. Por el contrario, les auguro una imagen bastante más encantadora que de costumbre.

¡Felices compras!


Imágenes: Es más; Dreamstime.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Tip de encanto No.3: Abotona sólo lo de rigor






Para recibir el máximo retorno posible de la inversión que hiciste en esa chaqueta de tres botones, hay que saber llevarla; sobretodo evitando el look de “paquete mal envuelto”.

La regla es sencilla y aplica para los señores en todos los casos y para las mujeres más ejecutivas:

Cuando el saco del vestido (o cualquier chaqueta de las mismas características) tiene tres botones, éstos se apuntan como se indica en la foto: el de arriba es opcional (pero mejor no); el segundo se abotona siempre (siempre que permanezcas de pie; se desabrocha justo antes de sentarte) y el tercero no se abotona nunca, jamás, por ningún motivo.

Si es de dos botones, igual: el de arriba, . El de abajo, no.

Y, como siempre hay algo más que se puede hacer, “¿cómo disparo el estilo?Aprende a desabotonar todo lo que puedas con una sola mano.

-Sí, como James Bond.


Imagen: Now Magazine, UK.

martes, 30 de octubre de 2012

Alguien tenía que decirlo: "Señores, ya no basta con una abultada billetera"





Es un hecho que cada vez hay más mujeres hermosas, inteligentes y exitosas dando de qué hablar por todas partes; dirigiendo los proyectos más impresionantes. Se ha demostrado que una belleza conmovedora no implica necesariamente que su titular sea una rubia tonta del montón; por el contrario.

Las mujeres alrededor del mundo están tomando cada vez más y más consciencia de sus encantos; cada vez se conforman menos y ambicionan más. 

Si a este factor le sumamos el hecho de que en el mundo occidental los matrimonios por conveniencia están a punto de extinguirse (si acaso no lo están ya), la escena que representó con tantísimo tono caricaturesco Francisco de Goya en su obra La Boda, donde al tipo feo, viejo y barrigón le es entregada en matrimonio una preciosa damita, hija de alguna familia decente pero venida a menos, no va a ser sino eso: una pieza para conservar en el Museo del Prado, como una evocación de las cosas que pasaban en 1792.

Señores: en el actual estado de cosas una billetera contundente es, sin duda, un vehículo que viabiliza la posibilidad de ofrecer algunas amenidades, las cuales constituyen apenas el inicio de una relación con una de esas mujeres de alto ranking.

Por cuanto ellas dejaron de limitar sus encantos al maquillaje bien puesto, a conservar una figura esbelta y a hacer algunas inversiones en vestuario, los caballeros que quieran hacerse a las joyas de la corona deben estar dispuestos, igualmente, a trabajar en su belleza (sin llegar al extremo del manierismo, claro, pero sí denotando cuidado por su aspecto); refinar sus modales y movimientos; esmerarse en ser buenos anfitriones; desarrollar su sentido del humor -que no sólo funcione en las noches de hombres sino también con las mujeres-; invertir en su atuendo (un amigo de la costa me decía “oye, no esto no es un gasto: ¡son relaciones públicas!”) y, sí, como es inevitable, desarrollar una que otra técnica amatoria que los reafirme en la intimidad.

Es que no hay de otra: las mujeres ya no se descabezan compitiendo entre ellas por quién se lleva el mejor partido. Ellas saben lo que tienen y lo que valen sus encantos… y están dispuestas a esperar un poquito más, de ser necesario.

Todo el tiempo estamos comunicando; todo el tiempo estamos participando, de manera que es un riesgo desproporcionado seguir dejando al azar el conjunto de aspectos que conforman tu imagen.

Funciona en los negocios, funciona con las mujeres: hay que apartar un rato a crear tu marca; a diseñar la forma como vas a ser percibido, si no quieres ser el último de la fila. Que yo insista tanto en el prototipo del dandy en varias de mis publicaciones, no es una casualidad; es una opción en medio de muchas otras opciones de abordaje exitosas, desde que estén bien pensadas. 

De aquí para allá la cosa depende de cada cual.


Pd: Sólo vamos a estar de ronda por acá una vez. No vale la pena ser el último de la fila.

viernes, 12 de octubre de 2012

Para realzar el look dandy de viernes





El look dandy implica un alto compromiso con la imagen; una minuciosa selección de los detalles. Un par de buenos ejemplos de personajes que han adoptado ese estilo de vida: George Clooney y Jude Law (la película Alfie es bastante elocuente en relación con el estilo).

Las bufandas y los pañuelos (de todos los tamaños) son un accesorio prácticamente imprescindible en el guardarropa de un verdadero dandy.

Como usarlos no deja de tener su misterio, les quiero compartir este video de Carlos Nieto (click aquí)  (un diseñador colombiano de ropa de hombre que me encanta), quien pidió a uno de sus modelos que nos enseñara 10 posibilidades de nudo, con los cuales podrás embestir con más resolución este fin de semana.

Ponle atención a estos aspectos del videoclip:

-       Ojo al conjunto: El modelo está vestido de azul, con un chaleco a rayas azules y grises azuladas. Personalmente, hubiera elegido un tono más suave dentro de la misma gama para la camisa, pero lo cierto es que la pinta es muy consistente.

Partiendo de esa base cromática, fíjate en los colores de las bufandas y los pañuelos que eligió el diseñador, porque todos van bastante bien con el resto del conjunto. Conclusión: la bufanda tiene que ser armónica con las demás prendas.

-       El que en el video se llama nudo “europeo”, también se llama “parisino”. (Tan chic como llevar bien la bufanda, es saber cómo se llama el nudo que elegiste).

-       Comienza a considerar el color púrpura oscuro para tu armario (el de la bufanda con la que se muestra el nudo “simple”). Es un excelente resaltador de la mirada.

-       Un súper disparador de estilo: la bufanda de arabescos (con la que se enseña el nudo “oculto”) en azules y lavanda. Los arabescos están en el top de la sofisticación (sí, sin miedo: ¡arabescos!).

-       Cuidado con el lazo “cruzado”: para poder hacerlo es necesario tener una bufanda suficientemente larga, de modo que el look no se vea “forzado” (si es muy cortica, el mensaje que vas a mandar es “quería hacerme un nudo cruzado al precio que fuera”. Cuidado).

-       Finalmente, el lazo “cascada” es de mis favoritos de viernes en la noche. Si todavía no alcanzas a reunir la actitud para llevar la bufanda en ese material que usó el modelo en el video, puedes comenzar con un shemagh (bufanda árabe), como la de la foto.

¡A practicar!

También puedes hacer click aquí para ver el video: http://www.youtube.com/watch?v=ae2I4Fpwf0o


Imagen: Falconmarbella & Ofertopia

miércoles, 3 de octubre de 2012

Las inmortales Wayfarer de Ray-Ban y el estilo bajo el sol



Ray-Ban se anotó un hit en 1953 cuando lanzó al mercado la línea “Wayfarer” de lentes de sol, diseñadas inicialmente para pilotos (como las tradicionales Ray-Ban Aviator, de marco dorado), pero que se convirtieron prontamente en un objeto de deseo al romper la tradición de las gafas con estructura metálica.

Este estilo de montura gruesa, de corte angular en la parte superior y redondeado en la parte de abajo, es bastante versátil y tiene el encanto de disparar el estilo de los hombres que las llevan actualmente.

Aunque fueron inicialmente pensadas para los señores, estrellas como Audrey Hepburn y Marilyn Monroe no aguantaron la tentación de llevarlas también.

¿Cómo salirle al ruedo a esta tendencia? Seas hombre o mujer, comienza por probarte las tradicionales, de marco negro con lentes entintados de verde oscurísimo. ¿Te sobra actitud? Corre a buscar las de marco imitación de carey (¡cuidado con las tortuguitas!), con el ángulo de arriba un poquito más marcado, que también adornan magníficamente tanto a hombres como a mujeres.

¿Cuáles evitar? De entrada, las de lentes con tinte café o rojizo porque no a todo el mundo les van bien. Con esas hay que ir con cuidado…


Imagen: Vestido con Estilo

jueves, 27 de septiembre de 2012

Los zapatos: protagonistas inevitables en el look de los hombres









Los zapatos son un complemento esencial en el aspecto de los hombres, ya que son considerados como un elemento altísimamente revelador de la personalidad de su dueño.

¿La clave para ir a la fija -y aún más si estás de saco y corbata? evita los zapatos muy grandes; esos anchos, de suela muy gruesa, porque resultan estridentes a la vista y anulan por completo la inversión que hiciste en el resto de la ropa.

¿Mis recomendados de la temporada para reiterar el carácter del atuendo? los Oxford, sin duda.


Imagen: MenStyle

lunes, 24 de septiembre de 2012

Cartas de los lectores: “¿Cuándo decir ‘no más’?”






Leyendo tus artículos pensé en las personas que además de su ropa, suelen habituarse a soportar situaciones en las que no se sienten cómodas: sus matrimonios y sus trabajos, por mencionar algunas, entonces, ¿Cuándo decir NO MÁS? Cuándo son ganas de quejarse de un desagradecido inconforme, y cuándo realmente estamos amargándonos por no tener el valor de parar y buscar un cambio definitivo... ¿Qué tanto esperar? Cómo saber si son ganas de joder, o miedo de cambiar. Personalmente, creo que la "comodidad" es una especie de principio rector que puede ser un bonito fin en la vida… pero esa es sólo mi opinión. Te agradecería mucho si consideraras escribir al respecto”.
David, Bogotá.



Querido David,

Por como está concebida la dinámica de la vida, hay que saber que por regla general tenemos que pagar un precio por las cosas (por tener una compañía; por percibir ciertos ingresos; por vernos de una forma o de otra, etc.). El primer mecanismo para detectar cuándo es imperativo decir “no más” y comenzar a cambiar, es preguntarnos: “¿cuál es el precio que pago por esto?”, porque si bien es cierto que tenemos que pagar un precio, también lo es que no tenemos porqué pagar cualquier precio. Por nada.

Primero tienes que establecer cuáles son tus prioridades. Segundo, pasa a determinar si realmente las estás satisfaciendo o no. En caso positivo, analiza de qué forma complaces ese aspecto que te interesa. En cuarto lugar, piensa: “¿el precio que pago es razonable y proporcional al beneficio que recibo?”. En quinto lugar (y aquí comienza el desafío) pregúntate si estás llegando al punto de traicionarte por tener esa cosa que te interesa. La transgresión sistemática; el desconocimiento de tus convicciones fundamentales viene siendo el límite que no hay que pasar.

¿Cómo saber si el medio que estás empleando es proporcional al fin que persigues? Los abogados nos formulamos tres preguntas esenciales en casos así, que aplican también en esta oportunidad:

1.    ¿El medio que escogí para satisfacer X prioridad es el adecuado para llegar a ese fin?
2.    ¿Es indispensable acudir a este medio para complacer este aspecto de mi vida? (o dicho en otras palabras: ¿no hay otro medio que me pueda llevar al mismo sitio sin exigir tanto sacrificio de mi parte?)
3.    ¿El anhelo que satisfago de esta manera me implica renunciar a otros aspectos de mi vida igualmente importantes?

Como las respuestas no son predecibles en ningún caso, cada uno debe ir sacando sus propias conclusiones de acuerdo con lo que esté dispuesto a hacer por obtener ese “algo”. En el fondo todos sabemos cuándo necesitamos cambiar. Este test constituiría tan sólo una razón adicional, porque la intuición siempre suele quedar en evidencia cuando las respuestas son sinceras.

Ahora, bien, el caso del “desagradecido inconforme” que mencionas -tan ingeniosamente- en tu carta es bastante común (hace tres días, precisamente, atendí un asunto de esa naturaleza). Para evitar ser uno de ellos hay que entender, como primera medida, que nada que sea externo a ti mismo te puede parecer perfecto a largo plazo. Nada. Imposible. Si está por fuera de ti, estará determinado por la voluntad de alguien más, con su autonomía, sus creencias, su formación, sus reglas, etc.

Los “desagradecidos inconformes” tienen en común la imposibilidad de disfrutar las cosas cuando les están pasando. Estos personajes siempre tienen la cabeza en otra parte y siempre están idealizando aquello que no tienen. Si están comiendo esto, quisieran estar probando aquello y hasta le ponen bondades extra a eso que no tienen ahora mismo. Si su novia es morena, suspiran por cada rubia que pasa...

Esa, me temo, es una forma de ser que sólo se corrige por una de dos vías: o la vida se encarga de arrebatarte desgarradoramente las cosas para que aprendas a valorar lo que tienes cuando lo tienes (incluso lo malo, si eres capaz de aprender en medio de la adversidad), o te cansas de sentirte miserable todo el tiempo y tomas la determinación de ser de otra manera.

“¿Qué tanto esperar para cambiar?” No hay un parámetro objetivo. Lo primero es tomar consciencia de lo inútil que es pagar un precio desproporcionado por cualquier cosa. Cuando hayas hecho eso –y nunca antes-, sabrás que ha llegado tu momento. A propósito, es importante esperar: si arrebatas los cambios te pueden quedar lecciones sin aprender y por el camino te puede faltar la fuerza (la motivación genuina) para llevar a cabo tu plan. Mejor dicho: si haces las cosas antes de tiempo, es posible que te pase que “te metas y no aguantes”.

¿“Cómo saber si son ganas de ‘molestar’, o miedo de cambiar”? Son ganas de molestar cuando el ideal que tienes en la cabeza no es realizable o no es congruente con el resto de las dimensiones de tu vida. Son ganas de molestar cuando empiezas a querer cosas que no dependen de ti o cuando en realidad no estás seguro de si estarías satisfecho en caso de llegar a cambiar. Si no es así, es miedo y sólo miedo.

Finalmente, sí, mantenerte en una zona de confort es un estilo de vida válido… pero siendo sincera es algo que no aconsejaría a nadie porque me parece muy triste desperdiciar la única oportunidad que tenemos de hacer algo memorable con nosotros mismos quedándonos anquilosados en el rinconcito en que la vida nos ponga. No hay que hacer nada excepcional, pero la idea sí es poder sentir, cuando tengamos muchísimos años, que la nuestra fue una vida feliz.


Imagen: utp.ac.pa

jueves, 20 de septiembre de 2012

Seis consejos básicos de etiqueta y protocolo corporativo








En todos los ámbitos sociales en que nos desarrollamos es indispensable que observes algunos códigos básicos de conducta que te permitirán fluir más fácilmente entre las demás personas, aumentando tu carisma personal.

En el mundo corporativo y empresarial esta necesidad se acentúa muchísimo más, por dos factores, básicamente: (i) todo el tiempo te estás vendiendo, proyectando tu imagen profesional ante colegas, superiores y otras firmas (cazatalentos incluidas) que se pueden interesar en tus habilidades; (ii) como dijo tan acertadamente El Padrino, “no es nada personal; son negocios”: cuando trabajas para una organización, no sólo importa que hagas bien lo que tienes que hacer, sino que al hacerlo proyectes una imagen seria, exitosa y confiable, ya que en la práctica estás representado a toda una empresa en una conversación de un minuto con ese cliente.

Este es un tema prácticamente inagotable, pero para empezar te dejo estos tips:

-       Para entablar una conversación con cualquier persona con la que coincidas en el ámbito profesional, no importa si es de tu misma edad o incluso menor, usa siempre siempre siempre el pronombre “Usted”.

¡Sácate ya mismo de la cabeza que referirse a alguien como “Usted” marca distancia en términos jerárquicos! Por el contrario, el uso de ese pronombre sólo denota consideración y respeto. Además, dispara el estilo profesional.

Y funciona igual cuando es al revés: por favor, deja de tomar como una ofensa que se refieran a ti en tercera persona… Mejor súbete al tren de los que se desenvuelven con el Lenguaje Empresarial, sonríe y listo.

-       Cómo usar correctamente “señor”, “señora”; “don”, “doña”

Aquí va la regla de oro: cuando usas “señor”, dices el apellido. Cuando usas “don”, dices el nombre.

Pensemos en el caso de una señora que se llama Carmen Valencia: se dice “doña Carmen” o “señora Valencia”.

Nunca, jamás, por ningún motivo, “señora Carmen” (muy común), ni “doña Valencia” (en realidad he visto que pasa en el caso de los hombres. Aseguro haber estado ahí cuando un señor dijo “pregúntele eso a don Gutiérrez”).

¿Y si resulta que Carmen se casó con un señor que se llama “Eduardo de la Vega” y ella usa su apellido de casada?

Sencillo (aunque suene raro): “doña Carmen” es también la “señora de De la Vega”. (Sí, con el “de” dos veces).

-       Si te refieres a alguien como “señor”, “doctor”, “arquitecto”, “ingeniero”, etc., queda todavía más claro que “tutearno es una opción: “Hola, doctora, ¿cómo estás?” nunca. Siempre de “Usted”.

(La inobservancia de esta breve norma determina muchísimos rechazos en entrevistas de trabajo porque suele ofender al encargado de seleccionar al personal y, de todas formas, deja la mala impresión de una formación cultural poco esmerada).

-       Con la difusión de la tecnología y la creciente pereza, algunas personas envían su correspondencia informal entre colegas con mayúsculas fijas pretendiendo sacarle el cuerpo al ejercicio de tildar las palabras.

Las mayúsculas fijas en los mensajes se deben evitar porque dentro de la semiología del lenguaje escrito se equiparan a gritar y no quieres andar cazando pleitos con todo el mundo, ¿o sí?

-       Por último, “donde fueres, haz lo que vieres”: Uno: si trabajas en una firma de abogados, procura vestirte como un abogado serio, incluso si sólo tienes funciones administrativas o secretariales (deja la pinta seductora para el fin de semana, cuando estés en tu casa o con tus amigos. Es mejor mantener ese lado salvaje con discreción delante de los colegas, para evitar que dejen de tomarte en serio en la oficina).

Dos: Si trabajas en una firma de ingenieros, no te vistas como abogado. Parece obvio, ¿no? Bueno, para algunos no lo es tanto: si por definición tu trabajo implica estar de jeans y camisa y resultas “sobre-vestido” o más vestido de la cuenta, sólo vas a generar una tensioncita aburrida entre tus compañeros quienes, ahí sí, pueden estar sintiendo que quieres marcar una gran distancia.

-       Y, por último, sonríe. Incluso si tienes que volver a dar una instrucción que ya habías dado con suficiente claridad: sonríe. Nunca sabes qué razón tengan las otras personas para dejar de haber hecho lo que tenían que hacer.


(Claro: este tip admite numerosas excepciones pero, en principio y por regla general, ¡sonríe!).






Imagen: Monkey Zen

martes, 11 de septiembre de 2012

Brevísimos tips de estilo para los señores en una primera cita



"El estilo es el vestido del pensamiento"
-        Óscar Wilde

Queridos amigos,

Cuando de la primera vez que salen con una mujer se trata, hay algunos detalles que pueden incidir decisivamente en la posibilidad de que haya una segunda cita o que pueden determinar que la chica cambie tu nombre en el celular por “No Contestar”.

Las cuestiones relacionadas con los buenos modales, con el comportamiento en la mesa, con la amenidad en la conversación, todos las sabemos o, al menos, las intuimos por ser de uso generalizado en nuestra civilización, así que no les aportaría nada reseñándoselas, ni les estaría revelando un gran secreto diciendo que a todas nos encanta (con el perdón de Florence Thomas y sus copartidarias) que nos abran la puerta, nos corran la silla, nos cedan el paso o nos celebren el vestido que escogimos llevar puesto.

Pero hay cosas, mis adorados hombres, frente a las cuales, a pesar de que parecen ser de elemental sentido común (por lo prácticas que se pueden ver a simple vista – Hey: nunca es bueno tratar de tener éxito con una mujer siendo práctico-), es conveniente que ustedes se nieguen categóricamente a dejar que pasen, si quieren quedarse en el recuerdo de esa chica como todos unos caballeros.

Aquí van, pues, las propuestas de las mujeres que hay que rechazar… cuando menos en la primera cita (deben saber que en muchos casos las mujeres tienen prendido el “caballerosímetro” y dicen las cosas sólo por probarlos):

-        Escena 1: Salieron de noche (en el plan que sea) y ella dice que puede devolverse sola a su casa, tomando un taxi en la calle o caminando: hay que negarse y acompañarla hasta la puerta de la casa, incluso si no fue una buena noche.

-        Escena 2: Por iniciativa de ella o tuya (no importa –ojo con esto de que “el que se inventa el plan, paga”, que no hay un mito urbano más trágico que ese) fueron a comer, a almorzar, a lo que sea y ella, por prudencia, se ofrece a pagar la mitad de la cuenta: hay que negarse rotundamente, agradecerle por su encantadora compañía y quitar la cuenta de su vista.

-        Escena 3: Ella se ha mostrado en extremo curiosa por la personalidad de tu ex - novia (ex – esposa, lo que sea) e insiste en que le cuentes detalles de tu relación anterior: hay que hacer cualquier comentario neutral sobre la anterior pareja, negarse a dar más detalles y cambiar el tema diciendo que por lo pronto estás pensando en la persona que tienes al frente.

Estas tres escenas que he reseñado no tienen que transcurrir siempre de la misma manera, como es apenas obvio. Hay circunstancias que admiten excepciones válidas y razonables, pero lo que sí te garantizo es que si haces el ensayo de negarte a aceptar estas tres propuestas, quedarás como un príncipe a los ojos de ella (y no como un bobo, como seguramente tratará de hacerte sentir el resentido de tu amigo que nunca consigue que una mujer normal le dé su número de teléfono –cuando no es que le dan el de la compañía de taxis).

Ah, y un último consejo de estilo: al subir o bajar las escaleras, los señores, siempre, siempre, siempre deben ir adelante. Al bajar, para servir de apoyo a la niña; y al subir, para no hacerla sentir incómoda con tu mirada directo a sus… piernas.

¡Buona fortuna!