En todos los ámbitos sociales en que nos desarrollamos es indispensable que
observes algunos códigos básicos de conducta que te permitirán fluir más
fácilmente entre las demás personas, aumentando
tu carisma personal.
En el mundo corporativo y empresarial esta necesidad se acentúa muchísimo
más, por dos factores, básicamente: (i) todo el tiempo te estás vendiendo,
proyectando tu imagen profesional ante colegas, superiores y otras firmas (cazatalentos incluidas) que se pueden
interesar en tus habilidades; (ii) como dijo tan acertadamente El Padrino, “no es nada personal; son negocios”:
cuando trabajas para una organización, no sólo importa que hagas bien lo que
tienes que hacer, sino que al hacerlo proyectes una imagen seria, exitosa y
confiable, ya que en la práctica estás representado a toda una empresa en una
conversación de un minuto con ese
cliente.
Este es un tema prácticamente inagotable, pero para empezar te dejo estos
tips:
-
Para
entablar una conversación con cualquier persona con la que coincidas en el ámbito
profesional, no importa si es de tu misma edad o incluso menor, usa siempre
siempre siempre el pronombre “Usted”.
¡Sácate ya mismo de la cabeza que referirse a alguien como “Usted” marca
distancia en términos jerárquicos! Por el contrario, el uso de ese pronombre sólo denota consideración y
respeto. Además, dispara el estilo
profesional.
Y funciona igual cuando es al revés: por favor, deja
de tomar como una ofensa que se refieran a ti en tercera persona… Mejor súbete
al tren de los que se desenvuelven con el Lenguaje Empresarial, sonríe y listo.
-
Cómo
usar correctamente “señor”, “señora”; “don”, “doña”
Aquí va la regla de oro: cuando usas “señor”,
dices el apellido. Cuando usas “don”, dices el nombre.
Pensemos en el caso de una señora que se llama Carmen
Valencia: se dice “doña Carmen” o “señora Valencia”.
Nunca, jamás, por ningún motivo, “señora Carmen” (muy común), ni “doña
Valencia” (en realidad he visto que pasa en el caso de los hombres. Aseguro haber
estado ahí cuando un señor dijo “pregúntele
eso a don Gutiérrez”).
¿Y si resulta que Carmen se casó con un señor que
se llama “Eduardo de la Vega” y ella usa su apellido de casada?
Sencillo (aunque suene raro): “doña Carmen” es
también la “señora de De la Vega”.
(Sí, con el “de” dos veces).
-
Si te
refieres a alguien como “señor”, “doctor”, “arquitecto”, “ingeniero”, etc.,
queda todavía más claro que “tutear” no es una opción: “Hola, doctora,
¿cómo estás?” nunca. Siempre de “Usted”.
(La inobservancia de esta breve norma determina
muchísimos rechazos en entrevistas de trabajo porque suele ofender al encargado
de seleccionar al personal y, de todas formas, deja la mala impresión de una formación
cultural poco esmerada).
-
Con
la difusión de la tecnología y la creciente pereza, algunas personas envían su
correspondencia informal entre colegas con mayúsculas fijas pretendiendo sacarle el cuerpo al
ejercicio de tildar las palabras.
Las mayúsculas fijas en los mensajes se deben
evitar porque dentro de la semiología del lenguaje escrito se equiparan a gritar y no quieres andar cazando
pleitos con todo el mundo, ¿o sí?
-
Por
último, “donde fueres, haz lo que vieres”:
Uno: si trabajas en una firma de abogados, procura vestirte como un abogado serio, incluso si sólo tienes funciones
administrativas o secretariales (deja la pinta seductora para el fin de semana,
cuando estés en tu casa o con tus amigos. Es mejor mantener ese lado salvaje con
discreción delante de los colegas, para evitar que dejen de tomarte en serio en
la oficina).
Dos: Si trabajas en una firma de ingenieros, no
te vistas como abogado. Parece obvio, ¿no? Bueno, para algunos no lo es
tanto: si por definición tu trabajo implica estar de jeans y camisa y resultas “sobre-vestido” o más vestido de la
cuenta, sólo vas a generar una tensioncita aburrida entre tus compañeros
quienes, ahí sí, pueden estar sintiendo que quieres marcar una gran distancia.
-
Y,
por último, sonríe. Incluso si
tienes que volver a dar una instrucción que ya habías dado con suficiente
claridad: sonríe. Nunca sabes qué razón tengan las otras personas para dejar de
haber hecho lo que tenían que hacer.
(Claro: este tip admite numerosas excepciones pero, en
principio y por regla general, ¡sonríe!).
Imagen: Monkey Zen
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