jueves, 6 de septiembre de 2012

Saliendo del cascarón: superar las Causales Para Verse Mal





En la columna anterior (“Cuando verse mal se convierte en vicio”) nos referimos a los cinco patrones que generalmente explican las razones más importantes por las cuales muchos de nosotros hemos pasado períodos oscuros, viéndonos mal un día tras otro.



Al cabo de la explicación de cada una de las Causales señalé enfáticamente que no existe ninguna razón para que te sientas desolado o hundido en una imagen que no escogiste, que nunca hubieras querido para ti pero que, sin embargo, es la que tienes actualmente. En efecto, no hay de qué preocuparse, porque cada una tiene su solución, como vamos a ver en breve.



Lo primero que debes tener en cuenta es que el hecho de que lleves años usando un mismo estilo (por el cual, probablemente, te identifiquen en este momento), no quiere decir jamás que estés en la obligación de verte igual siempre. Tampoco debes caer en el error de pensar que manteniendo la misma imagen vas a mantener un placentero bajo perfil que te saque del radar de los demás. ¿A quién quieres engañar?



Lo que, en cambio, sí necesitas saber (o al menos comenzar a considerar), es que tú y sólo tú puedes decidir cómo quieres que te vean las otras personas y, yendo mucho más allá, debes ser consciente de que tienes el poder de decidir cada mañana quién quieres ser en el día que comienza. En fin y al cabo, nadie vive tu vida por ti; sólo tú sabes la incomodidad que se siente cuando piensas que podrías verte mejor y que, sin embargo, no haces nada al respecto. Esa ya es una legitimación suficiente para hacer el cambio que quieres sin importar lo que piensen los demás, ¿no te parece?



Las razones por las cuales se incurre en cualquiera de las Causales Para Verse Mal pueden ser muchas y de distinta naturaleza. Sin embargo, la más frecuente (y el fenómeno es más recurrente en mujeres nacidas antes de 1970), es que en algún momento del principio de su edad adulta encontraron un peinado, un estilo de maquillaje o una paleta de colores que tuvo gran acogida entre sus amigos y luego no se atrevieron a salir de ella por el temor a que el cambio no causara el mismo impacto positivo (si estás ahí, no tienes de qué preocuparte; no eres la única persona a la que le pasa esto: los seres humanos muchas veces actuamos, erróneamente, animados por el miedo a equivocarnos y otras tantas por el miedo a no ser recompensados; a que no se nos felicite).



Lo cierto es que comenzar a sentirte cómodo contigo mismo ya no da espera y sólo tienes que seguir unas reglas muy sencillas. Naturalmente, cada caso es especial y el plan de fondo varía en su diseño para cada persona pero, teniendo en cuenta que no te estoy viendo de frente, por lo pronto te puedo dar los tips que me han funcionado en la mayoría de las Intervenciones Profundas de Imagen:



1.    Ubica en las revistas, en los periódicos o entre tus amigos, las personas que admiras por la imagen que proyectan y analiza detenidamente qué es lo que hace que luzcan tan bien. (Este paso puede tomar un par de semanas o más. Ve con calma. Se trata de un trabajo serio de observación analítica).



2.    Una mañana de domingo, en la soledad del baño de tu casa (para asegurarnos de dos cosas: primero, que nadie va a irrumpir en la escena –en algún punto te verás chistoso y no es la idea que alguien más te vea así- y, segundo, que vas a tener la cara y el pelo limpios, sin haberte hecho el mismo peinado –o maquillaje, afeitado, etc.- de siempre), ensaya los estilos que hayas observado previamente en quienes admiras.



Es importante que te programes emocionalmente para hacer este experimento una y otra vez. Con un solo intento no basta: esos looks tan admirables que elegiste son el fruto del esfuerzo (y del “ensayo/error”) de quienes los llevan, ¡no creas que llegar a ese punto ha sido tan fácil!



3.    Ve a un almacén grande de ropa (que no sea una boutique pequeñita, con la señorita siempre junto a ti, diciéndote que todo lo que te pruebas te queda bien con tal de recibir su comisión) y oblígate a escoger cinco prendas con estilos y colores distintos (¡distintos a lo que ya usas y distintas entre sí! –no importa si de entrada no te gustan tanto; ¡estamos ensayando!-), que jamás pensarías que te pudieran quedar bien. Camina al probador con la mejor actitud posible (si no, nada, en serio, nada, se verá bonito).



Es posible que, a pesar de que la ropa sea de tu talla, de verdad no te favorezca en absoluto, pero, ¿qué tal que sí? ¡Regálate una de las finalistas!



4.    En una mañana de día hábil (no lo hagas desde la noche anterior: un ingrediente indispensable para este ejercicio es la energía de la mañana), ponte frente al clóset y piensa: “Si hoy tuviera que verme como… (gerente, persona de negocios, artista, estrella de cine, alguien más joven, ¡lo que quieras! –pero que te guste, obvio-), ¿qué me pondría?”



Todos tenemos en el guardarropa piezas de varios estilos que podrían funcionar para cualquiera de los perfiles que mencioné. Haz este ejercicio sin miedo. De todas formas las piezas van a salir de tu ropero. Tú las elegiste cuando las compraste, de modo que no es posible que parezca que te has disfrazado.



Y si en la oficina (o donde sea que vayas) te preguntan con picardía que a qué se debe la especialidad, responde cualquier cosa sencilla (“ah, ¡te diste cuenta!”; lo que sea, pero que no suene a disculpa o a explicación; eso es clave), sonríe y sigue en lo que estás haciendo. Es tu experimento. Punto.



5.    Si lo que te gusta es romper las reglas porque no soportas que la prensa te diga cómo te tienes que vestir, está perfecto. Sólo trata una cosa: mira con detenimiento si ese estilo que escogiste en particular realmente te favorece o si, por ejemplo, deberías usar otra combinación de colores o una talla más grande o más pequeña; o si te verías mejor, en el caso de las mujeres, con el pelo recogido o con un poco menos de maquillaje, y en el de los señores, con la cara afeitada o con la barba más cuidada, etc. El lema para ti es que irreverente no signifique descuidado.



¡Buena suerte y hasta el próximo jueves!

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