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lunes, 17 de diciembre de 2012

Qué no comprar para el atuendo navideño






Como es apenas justo, en medio de la compra de los regalos de diciembre solemos incluir un par de prendas de vestir para nosotros. Y, como he visto más de una fortuna malgastada en cosas poco halagadoras, combinaciones de colores disfuncionales o prendas sueltas que no tienen nada que ver con el resto del armario, pero que denotan un claro esfuerzo por tratar de innovar, voy a resumir a continuación qué cosas no elegir por ningún motivo (porque el daño a la imagen está garantizado) y con cuáles se va a la fija, para que cada quien se divierta diseñando su estilo sin arriesgar demasiado.

Las compras, paso a paso

Ir de compras, sobretodo en diciembre, cuando en este lado del planeta destinamos gran parte del presupuesto en regalos para nuestros allegados, debe ser un proceso que comience en casa, si queremos hacer inversiones inteligentes.

Como primera medida hay que revisar el clóset para establecer, a ciencia cierta, qué tengo, qué me hace falta, qué tengo repetido y, lo más importante: qué me gustaría tener. (La expresión contemporánea “aspiracional” no es exactamente mi palabra favorita, pero es inevitable tener en cuenta que la moda es, de por sí, bastante “aspiracional”, así que lo que “me gustaría tener” es algo que hay que tomar en consideración –incluso si al final hay que descartarlo).

Hay que confirmar que los básicos (una camisa blanca de abotonar, un pantalón negro, un par de jeans decentes, una camiseta blanca, un buen blazer, etc., -los infaltables) todavía estén en buen estado; de lo contrario, conviene comenzar por remplazarlos. Hay que ver qué colores y qué materiales (telas, tejidos) predominan en el guardarropa y tenerlos en mente para saber, ya estando en el almacén, con qué pieza nueva puedo hacer una buena combinación.

En segundo lugar, antes de pensar en el efecto adelgazante de los colores, en cuál es la última moda en las pasarelas, en qué llevaba puesto el modelo de la revista o en qué es lo que usa mi mejor amigo que se le ve tan bien, conviene que te preguntes: ¿qué quiero proyectar con mi atuendo?, ¿qué quiero experimentar cuando me vista?

Aunque estas preguntas parezcan un poquito cursis por el modo en que están formuladas, en realidad son de la mayor importancia. Si ya me cansé de tener el look de secretaria de los 80’s; si ya no quiero verme como un rebelde sin causa; si ya no necesito aparentar tener más edad de la que tengo porque la gente ya me toma en serio; si ya entendí que no tengo que verme más sexy que mi hija de 20 años; si quiero renovar mis contactos profesionales viéndome como un tipo exitoso de mediana edad, etc., cualquiera, cualquiera de esos propósitos exige un rato de reflexión antes de ir al comercio para evitar ser presa de algún buen vendedor.

Es tan cierto lo que te digo que, si no fuera así, no tendrías esos rincones oscuros del armario: hay muchísimas prendas que compramos “por inercia”; porque pensamos que son las que nos están bien; porque nos parecieron bonitas aunque en realidad no tenemos la ocasión para usarlas… Pues, como por cada cosa hay que pagar un precio, y el propósito es que no malgastes esa parte del presupuesto que destinaste para ti, contestar las preguntas que te hago viene siendo un paso inevitable.

En tercer lugar hay que tener en cuenta, ahora sí, los factores objetivos que te definen como la edad, el género, el color de la piel, el peso, la forma de tu cuerpo (lo primero es mirarte al espejo y saber, sin engaños, dónde concentras el mayor volumen corporal y qué partes son las más delgadas –es posible que sólo las muñecas sean delgadas; no importa. Hay que tener clarísimo el panorama), a qué te dedicas. En algunas ocasiones también hay que tener en cuenta a qué te quieres dedicar el año que viene

Como cada caso es distinto, aquí van los tips generales de supervivencia en materia de estilo.

Qué no hacer por nada del mundo

  • Estas son las combinaciones de colores que, por norma general (salvo algunas excepciones que nos tomaría mucho tiempo desarrollar aquí, pero que, faltaba más, quedan a tu criterio), te conviene evitar: negro + marrón oscuro; negro + azul oscuro; vino tinto (borgoña) + amarillo mostaza; amarillo + verde o amarillo + morado (esas dos combinaciones fueron consideradas audaces hace algunos años, pero ya no van más); verde oliva + verde manzana o verde oliva + verde esmeralda; gris + zapatos amarillo quemado (como color maní. En las calles vemos muchos señores intentando copiar el look de gangster italiano usando esos colores… Sí se puede, pero la cosa no es tan sencilla).


  • Los señores deben evitar usar pantalones negros con camisa roja, de la tela que sea.


  • No combinar: camisa de cuadros + pantalón de rayas. Blusa de flores + pantalón de flores. El mensaje es que procures equilibrar los estampados.


  • No combinar: cinturón marrón + zapatos negros + estuche para el celular de colgar en el cinturón en otro color (en tanto te sea posible, esto último no lo uses nunca. Gracias).


  • No usar: blusa roja + cartera roja, por ejemplo, si no son exactamente del mismo color. Cuando los tonos no coinciden rigurosamente, es mejor hacer un contraste con otro tono totalmente distinto.


  • No usar: jeans + los zapatos de usar con el vestido de saco y corbata.


  • Cancelado: camisetas blancas de cuello redondo que se asoman por la “V” de la camisa de abotonar que llevas encima. Si consideras indispensable usar la camiseta debajo, busca una con el cuello en “V” que no se asome por ningún motivo. (Así evitas verte “tibio”)


  • No usar: camiseta de cuello redondo por dentro de los jeans + cinturón de cuero. Esas camisetas van por fuera y listo. Nunca con pantalones formales, ¿cierto?


  • En los señores, hay que prestar especial atención a que la camisa sea de la talla correcta. Cuando la camisa es más pequeña (sea porque el puño no cubre la muñeca o porque el botón de la cintura tiene que trabajar muy duro), el resultado es poco favorecedor y nunca, por ningún motivo, se verán más jóvenes ni más esbeltos por usar la ropa más pequeña.


  • En las mujeres hay que asegurarse de que los pantalones tengan la pretina a la altura correcta (que no sean de corte muy bajo si la dimensión de la cadera no lo aconseja) y que no aprieten por debajo de la cintura para no hacer aparecer protuberancias que en realidad no tenemos pero que nos las crea el pantalón de la talla equivocada.


  • Que los señores eviten usar camisas color beige o “café con leche”, aunque el vendedor les diga que “es el color que combina perfecto con el marrón de los pantalones”. Como la camisa es lo que tenemos más cerca de la cara, el color que vaya ahí tiene que tener el efecto de “iluminar”; no de hacernos ver como pacientes hepáticos.


  • Señores, por ningún motivo: camisa de abotonar negra + pantalones negros + zapatos color miel.



Los tips para acertar

  • En lugar de comprar varias cositas sueltas –generalmente porque están en promoción-, visualiza una “pinta” completa desde la casa y sal a buscarla. Invierte en un look completo aunque vuelvas a tu casa con menos bolsas que cuando sales a cazar descuentos.


  • No compres cosas pensando “esto me servirá cuando esté de crucero por las Bahamas”, de no ser porque en realidad te vas de crucero por las Bahamas. En otras palabras, no compres cosas que no necesitas, pensando con el deseo.


  • Ve con tiempo y pruébate estilos que no has usado antes. Es posible que confirmes que, en efecto, no te quedan bien… pero también es posible que te lleves una sorpresa y renueves tu imagen en una misma tarde de compras.


  • Si no te gusta el estilo del vendedor que te atiende en el almacén, inventa alguna excusa para hacer que te atienda otra persona. De lo contrario ese vendedor, de buena fe, te va a aconsejar que te vistas como él… (Sigue tu instinto).


  • En caso de duda, opta por las combinaciones de color tradicionales: azul oscuro + azul celeste; azul + blanco; caqui +  verde oliva; gris oscuro + gris claro; gris oscuro + púrpura (berenjena); lavanda + azul oscuro etc. (A veces basta dar un vistazo a las vitrinas antes de elegir. Los almacenes serios generalmente cuentan con un asesor de imagen para diseñar la exhibición).


  • Los señores que le quieren apostar a la sofisticación se verán muy bien con camisas lavanda, azul claro, rosado claro.


Como la extensión de este artículo ya debe haber superado el límite de la paciencia de muchos lectores, me veo en la necesidad de interrumpir mis consejos aquí, no sin antes reiterar que, en materia de estilo, son más las cosas que sí se pueden hacer que las que no.

Quise enfocarme en lo que se debe evitar para asegurarme de resolver, al menos, las dudas más frecuentes; así que si se observan esos consejos básicos, la posibilidad de verse disfrazado o fuera de lugar es muy bajita. Por el contrario, les auguro una imagen bastante más encantadora que de costumbre.

¡Felices compras!


Imágenes: Es más; Dreamstime.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Estado mental femenino: Clímax con Taches






Desde la década de los 80’s las mujeres hemos tenido nuestras “oleadas de taches” (“estoperoles” o “studs”). Ahora mismo estamos en medio de una y esa es mi propuesta de la temporada: que le devuelvas la dignidad a esa cartera de taches olvidada en el fondo del clóset o que reúnas la actitud para comprarte una pieza.

Anoche estuve en una fiesta  -qué fiesta-  de creativos de producción audiovisual y ¡los taches eran la sensación!

Ahora mismo encontrarás de todo en las vitrinas con aplicaciones de metal: blusas, tops, chaquetas (de cuero y en tweed –que es un material que permite seguir la tendencia a más bajas revoluciones), ballerinas, zapatos de tacón, corsés, todo, todo, todo.

Naturalmente, hay unas reglas que hay que seguir para que te veas regia y no como si te hubieras disfrazado de La Reina del Glam:

-       NO te vistas de pies a cabeza con estoperoles. Ensaya máximo dos cosas: cinturón + zapatos; chaqueta + cartera de mano; pantalones + zapatos de tacón con taches en el talón o en la punta; bolso grande de día + un poquito en el top debajo de la chaqueta.

Ojo: si elegiste un corsé con taches, detente ahí: esa pieza es de por sí suficientemente llamativa, así que mejor no uses el metal en otra.

-       Si es la primera vez que vas a usar taches y no te sientes muy segura, evita las prendas negras porque el contraste es muy fuerte. Prueba con unos zapatos planos en color nude (piel) que tengan ese detalle o con una cartera de mano pequeña (con un clutch).

-       Si vas a llevar una chaqueta negra de cuero con taches (bastante demandante de actitud, por cierto), NO uses rosado en el maquillaje y menos en los labios. Combina la chaqueta con jeans oscuros o con pantalones negros para no verte excesivamente “de fiesta”.

-       La tendencia derrite a mujeres de todas las edades. Las más grandes se ven muy bien con zapatos planos o bolsos de día con taches. Con más de 55 años (la apariencia según la edad es muy relativa; sobretodo ahora. Escogí “55 años” por dar un parámetro más o menos objetivo), es mejor evitar las chaquetas con esos apliques.

-       Para disparar el estilo en la oficina, taches (pocos) en una sola parte: los hombros de la chaqueta.

-       Pulseras o anillos del mismo estilo son otra opción de llevar la tendencia.

-       Evita la mezcla de taches + colores neón porque, como lo hemos mencionado en otras veces, puedes resultar llamando la atención por las razones equivocadas.

Por cierto, los colores de neón irrumpieron brevemente a mitad de año, pero fue una aparición realmente fugaz. Si todavía tienes cosas de ese color circulando, considera seriamente volver a ponerlas en el cajón y esperar al siguiente arrebato en unos meses.

¡Feliz comienzo de diciembre, chicas!


Créditos: Miss Vintage, Dafiti, Fashion Fever, Bess NYC, Stalk Buy Love, The Teenie Weenie Blog, JLo, The Examiner, Helene’s Wardrobe.


martes, 16 de octubre de 2012

Frases de la primera Chica Cosmo






La revista Cosmopolitan fue fundada en 1886 como un magazín de variedades que dedicaba una parte importante de cada edición a los escritos de ficción de la época.

En la década de 1950, con el auge de la televisión masiva en los Estados Unidos, la revista necesitó (como todos nosotros cada cierto tiempo), reinventarse: el concepto original ya no lograba capturar el interés de los antiguos lectores, que ahora encontraban la información con menor esfuerzo en la pantalla chica.

Para fortuna de la revista y de sus lectoras, en 1965 irrumpió en la escena la que sería la primera Chica Cosmo: Helen Gurley Brown (1922-2012) fue nombrada editora jefe y su primera avanzada consistió en rediseñar la controversial marca a partir de la presentación de un concepto redefinido con contundencia: Cosmopolitan sería a partir de ese momento una revista para la mujer moderna, con artículos escuetos sobre sexo, belleza, moda y actualidad de interés femenino. Punto.

La polémica, naturalmente, no se hizo esperar… Y sigue.

Helen Gurley, a quien Vanity Fair resumió como una mezcla entre Carrie Bradshaw y Peggy Olson, murió el pasado 13 de agosto, dejándonos, entre otras sentencias e iniciativas, las que transcribo a continuación, con un propósito meramente ilustrativo de lo que le pasaba por la cabeza:

-       Mi éxito no se basó tanto en una gran inteligencia, como en un gran sentido común”.


-       Nunca olvides que si tú eres la única que se encuentra hablando, estás aburriendo a alguien”.

-       Cada mujer trabajadora que es glamurosa, adinerada y exitosa que envidias ahora, comenzó desde abajo”.

-       Las chicas buenas van al cielo; las malas, a todas partes”.

-       "A los hombres les gusta acostarse con chicas inteligentes. Son verdaderos retos. Si lo hace bien, pensará que es bueno".


Los lectores juzgarán.



Imagen de Helen Gurley: John Bottega.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Que el clima no sea un problema







Esta foto tiene el encanto de juntar dos tendencias súper divertidas de la temporada: las faldas largas y plisadas y los zapatos tipo "peep toe" (esos con un huequito en la parte de adelante). 

Estos zapatos, igual que algunas sandalias, se pueden usar perfectamente en climas otoñales como el de Bogotá. 

¿Una sugerencia de estilo para el clima frío? entre más correas cubran el pie, mejor. Para quienes se atreven a más: usarlos con medias delgadas, con medias caladas o de malla es un hit, pero exigen una actitud  a r r a s a d o r a.  No hay que pensarlo tanto... ¡de una! 



Imagen: Gucci from All the Pretty Birds

Las inmortales Wayfarer de Ray-Ban y el estilo bajo el sol



Ray-Ban se anotó un hit en 1953 cuando lanzó al mercado la línea “Wayfarer” de lentes de sol, diseñadas inicialmente para pilotos (como las tradicionales Ray-Ban Aviator, de marco dorado), pero que se convirtieron prontamente en un objeto de deseo al romper la tradición de las gafas con estructura metálica.

Este estilo de montura gruesa, de corte angular en la parte superior y redondeado en la parte de abajo, es bastante versátil y tiene el encanto de disparar el estilo de los hombres que las llevan actualmente.

Aunque fueron inicialmente pensadas para los señores, estrellas como Audrey Hepburn y Marilyn Monroe no aguantaron la tentación de llevarlas también.

¿Cómo salirle al ruedo a esta tendencia? Seas hombre o mujer, comienza por probarte las tradicionales, de marco negro con lentes entintados de verde oscurísimo. ¿Te sobra actitud? Corre a buscar las de marco imitación de carey (¡cuidado con las tortuguitas!), con el ángulo de arriba un poquito más marcado, que también adornan magníficamente tanto a hombres como a mujeres.

¿Cuáles evitar? De entrada, las de lentes con tinte café o rojizo porque no a todo el mundo les van bien. Con esas hay que ir con cuidado…


Imagen: Vestido con Estilo

jueves, 27 de septiembre de 2012

¿A qué altura son más favorecedores los jeans en las mujeres?








Diana Spencer es una de las mujeres más fotografiadas en la historia y, sin lugar a dudas, un ícono del estilo y del buen vestir

Sin embargo en esta ocasión su imagen nos va a servir para explicar a qué altura los jeans no resultan tan favorecedores para las mujeres...

En comparación con los pantalones que lleva Kate Middleton (der), los de Lady D (izq) corresponden al concepto de "Mom Jeans" ("jeans de mamá") y son un verdadero peligro en caso de no tener una figura tan esbelta como la de Diana: al tener la pretina tan arriba, enfatizan demasiado el ancho de las caderas y hacen ver la cola más grande, ¡como si comenzara en la cintura! Eso sin contar que no perdonan ninguna prominencia en el abdomen bajo. Son demasiado exigentes.

De otra parte, los jeans con corte demasiado bajo entrañan un peligro aún mayor: si no son de una talla suficientemente grande como para hacer caber con holgura las caderas, hacen presión sobre esa parte logrando que tu cintura se vea menos afinada o que hasta se pierda.

Busca con calma, trata diferentes marcas (todas tienen hormas distintas), no pienses en la talla(si te molesta mucho haber descubierto que ganaste una más, recorta la etiqueta cuando llegues a la casa y listo: nadie te lo va a estar recordando; en últimas es sólo un número) y asegúrate de que los pantalones que escojas no te aprieten por debajo de la altura de la cintura.

¡Ah! y que los bolsillos de atrás no sean demasiado grandes ¡ni estén tan abajo que te aplanen los atributos...!

lunes, 24 de septiembre de 2012

Cartas de los lectores: “¿Cuándo decir ‘no más’?”






Leyendo tus artículos pensé en las personas que además de su ropa, suelen habituarse a soportar situaciones en las que no se sienten cómodas: sus matrimonios y sus trabajos, por mencionar algunas, entonces, ¿Cuándo decir NO MÁS? Cuándo son ganas de quejarse de un desagradecido inconforme, y cuándo realmente estamos amargándonos por no tener el valor de parar y buscar un cambio definitivo... ¿Qué tanto esperar? Cómo saber si son ganas de joder, o miedo de cambiar. Personalmente, creo que la "comodidad" es una especie de principio rector que puede ser un bonito fin en la vida… pero esa es sólo mi opinión. Te agradecería mucho si consideraras escribir al respecto”.
David, Bogotá.



Querido David,

Por como está concebida la dinámica de la vida, hay que saber que por regla general tenemos que pagar un precio por las cosas (por tener una compañía; por percibir ciertos ingresos; por vernos de una forma o de otra, etc.). El primer mecanismo para detectar cuándo es imperativo decir “no más” y comenzar a cambiar, es preguntarnos: “¿cuál es el precio que pago por esto?”, porque si bien es cierto que tenemos que pagar un precio, también lo es que no tenemos porqué pagar cualquier precio. Por nada.

Primero tienes que establecer cuáles son tus prioridades. Segundo, pasa a determinar si realmente las estás satisfaciendo o no. En caso positivo, analiza de qué forma complaces ese aspecto que te interesa. En cuarto lugar, piensa: “¿el precio que pago es razonable y proporcional al beneficio que recibo?”. En quinto lugar (y aquí comienza el desafío) pregúntate si estás llegando al punto de traicionarte por tener esa cosa que te interesa. La transgresión sistemática; el desconocimiento de tus convicciones fundamentales viene siendo el límite que no hay que pasar.

¿Cómo saber si el medio que estás empleando es proporcional al fin que persigues? Los abogados nos formulamos tres preguntas esenciales en casos así, que aplican también en esta oportunidad:

1.    ¿El medio que escogí para satisfacer X prioridad es el adecuado para llegar a ese fin?
2.    ¿Es indispensable acudir a este medio para complacer este aspecto de mi vida? (o dicho en otras palabras: ¿no hay otro medio que me pueda llevar al mismo sitio sin exigir tanto sacrificio de mi parte?)
3.    ¿El anhelo que satisfago de esta manera me implica renunciar a otros aspectos de mi vida igualmente importantes?

Como las respuestas no son predecibles en ningún caso, cada uno debe ir sacando sus propias conclusiones de acuerdo con lo que esté dispuesto a hacer por obtener ese “algo”. En el fondo todos sabemos cuándo necesitamos cambiar. Este test constituiría tan sólo una razón adicional, porque la intuición siempre suele quedar en evidencia cuando las respuestas son sinceras.

Ahora, bien, el caso del “desagradecido inconforme” que mencionas -tan ingeniosamente- en tu carta es bastante común (hace tres días, precisamente, atendí un asunto de esa naturaleza). Para evitar ser uno de ellos hay que entender, como primera medida, que nada que sea externo a ti mismo te puede parecer perfecto a largo plazo. Nada. Imposible. Si está por fuera de ti, estará determinado por la voluntad de alguien más, con su autonomía, sus creencias, su formación, sus reglas, etc.

Los “desagradecidos inconformes” tienen en común la imposibilidad de disfrutar las cosas cuando les están pasando. Estos personajes siempre tienen la cabeza en otra parte y siempre están idealizando aquello que no tienen. Si están comiendo esto, quisieran estar probando aquello y hasta le ponen bondades extra a eso que no tienen ahora mismo. Si su novia es morena, suspiran por cada rubia que pasa...

Esa, me temo, es una forma de ser que sólo se corrige por una de dos vías: o la vida se encarga de arrebatarte desgarradoramente las cosas para que aprendas a valorar lo que tienes cuando lo tienes (incluso lo malo, si eres capaz de aprender en medio de la adversidad), o te cansas de sentirte miserable todo el tiempo y tomas la determinación de ser de otra manera.

“¿Qué tanto esperar para cambiar?” No hay un parámetro objetivo. Lo primero es tomar consciencia de lo inútil que es pagar un precio desproporcionado por cualquier cosa. Cuando hayas hecho eso –y nunca antes-, sabrás que ha llegado tu momento. A propósito, es importante esperar: si arrebatas los cambios te pueden quedar lecciones sin aprender y por el camino te puede faltar la fuerza (la motivación genuina) para llevar a cabo tu plan. Mejor dicho: si haces las cosas antes de tiempo, es posible que te pase que “te metas y no aguantes”.

¿“Cómo saber si son ganas de ‘molestar’, o miedo de cambiar”? Son ganas de molestar cuando el ideal que tienes en la cabeza no es realizable o no es congruente con el resto de las dimensiones de tu vida. Son ganas de molestar cuando empiezas a querer cosas que no dependen de ti o cuando en realidad no estás seguro de si estarías satisfecho en caso de llegar a cambiar. Si no es así, es miedo y sólo miedo.

Finalmente, sí, mantenerte en una zona de confort es un estilo de vida válido… pero siendo sincera es algo que no aconsejaría a nadie porque me parece muy triste desperdiciar la única oportunidad que tenemos de hacer algo memorable con nosotros mismos quedándonos anquilosados en el rinconcito en que la vida nos ponga. No hay que hacer nada excepcional, pero la idea sí es poder sentir, cuando tengamos muchísimos años, que la nuestra fue una vida feliz.


Imagen: utp.ac.pa

jueves, 20 de septiembre de 2012

Seis consejos básicos de etiqueta y protocolo corporativo








En todos los ámbitos sociales en que nos desarrollamos es indispensable que observes algunos códigos básicos de conducta que te permitirán fluir más fácilmente entre las demás personas, aumentando tu carisma personal.

En el mundo corporativo y empresarial esta necesidad se acentúa muchísimo más, por dos factores, básicamente: (i) todo el tiempo te estás vendiendo, proyectando tu imagen profesional ante colegas, superiores y otras firmas (cazatalentos incluidas) que se pueden interesar en tus habilidades; (ii) como dijo tan acertadamente El Padrino, “no es nada personal; son negocios”: cuando trabajas para una organización, no sólo importa que hagas bien lo que tienes que hacer, sino que al hacerlo proyectes una imagen seria, exitosa y confiable, ya que en la práctica estás representado a toda una empresa en una conversación de un minuto con ese cliente.

Este es un tema prácticamente inagotable, pero para empezar te dejo estos tips:

-       Para entablar una conversación con cualquier persona con la que coincidas en el ámbito profesional, no importa si es de tu misma edad o incluso menor, usa siempre siempre siempre el pronombre “Usted”.

¡Sácate ya mismo de la cabeza que referirse a alguien como “Usted” marca distancia en términos jerárquicos! Por el contrario, el uso de ese pronombre sólo denota consideración y respeto. Además, dispara el estilo profesional.

Y funciona igual cuando es al revés: por favor, deja de tomar como una ofensa que se refieran a ti en tercera persona… Mejor súbete al tren de los que se desenvuelven con el Lenguaje Empresarial, sonríe y listo.

-       Cómo usar correctamente “señor”, “señora”; “don”, “doña”

Aquí va la regla de oro: cuando usas “señor”, dices el apellido. Cuando usas “don”, dices el nombre.

Pensemos en el caso de una señora que se llama Carmen Valencia: se dice “doña Carmen” o “señora Valencia”.

Nunca, jamás, por ningún motivo, “señora Carmen” (muy común), ni “doña Valencia” (en realidad he visto que pasa en el caso de los hombres. Aseguro haber estado ahí cuando un señor dijo “pregúntele eso a don Gutiérrez”).

¿Y si resulta que Carmen se casó con un señor que se llama “Eduardo de la Vega” y ella usa su apellido de casada?

Sencillo (aunque suene raro): “doña Carmen” es también la “señora de De la Vega”. (Sí, con el “de” dos veces).

-       Si te refieres a alguien como “señor”, “doctor”, “arquitecto”, “ingeniero”, etc., queda todavía más claro que “tutearno es una opción: “Hola, doctora, ¿cómo estás?” nunca. Siempre de “Usted”.

(La inobservancia de esta breve norma determina muchísimos rechazos en entrevistas de trabajo porque suele ofender al encargado de seleccionar al personal y, de todas formas, deja la mala impresión de una formación cultural poco esmerada).

-       Con la difusión de la tecnología y la creciente pereza, algunas personas envían su correspondencia informal entre colegas con mayúsculas fijas pretendiendo sacarle el cuerpo al ejercicio de tildar las palabras.

Las mayúsculas fijas en los mensajes se deben evitar porque dentro de la semiología del lenguaje escrito se equiparan a gritar y no quieres andar cazando pleitos con todo el mundo, ¿o sí?

-       Por último, “donde fueres, haz lo que vieres”: Uno: si trabajas en una firma de abogados, procura vestirte como un abogado serio, incluso si sólo tienes funciones administrativas o secretariales (deja la pinta seductora para el fin de semana, cuando estés en tu casa o con tus amigos. Es mejor mantener ese lado salvaje con discreción delante de los colegas, para evitar que dejen de tomarte en serio en la oficina).

Dos: Si trabajas en una firma de ingenieros, no te vistas como abogado. Parece obvio, ¿no? Bueno, para algunos no lo es tanto: si por definición tu trabajo implica estar de jeans y camisa y resultas “sobre-vestido” o más vestido de la cuenta, sólo vas a generar una tensioncita aburrida entre tus compañeros quienes, ahí sí, pueden estar sintiendo que quieres marcar una gran distancia.

-       Y, por último, sonríe. Incluso si tienes que volver a dar una instrucción que ya habías dado con suficiente claridad: sonríe. Nunca sabes qué razón tengan las otras personas para dejar de haber hecho lo que tenían que hacer.


(Claro: este tip admite numerosas excepciones pero, en principio y por regla general, ¡sonríe!).






Imagen: Monkey Zen

jueves, 6 de septiembre de 2012

Saliendo del cascarón: superar las Causales Para Verse Mal





En la columna anterior (“Cuando verse mal se convierte en vicio”) nos referimos a los cinco patrones que generalmente explican las razones más importantes por las cuales muchos de nosotros hemos pasado períodos oscuros, viéndonos mal un día tras otro.



Al cabo de la explicación de cada una de las Causales señalé enfáticamente que no existe ninguna razón para que te sientas desolado o hundido en una imagen que no escogiste, que nunca hubieras querido para ti pero que, sin embargo, es la que tienes actualmente. En efecto, no hay de qué preocuparse, porque cada una tiene su solución, como vamos a ver en breve.



Lo primero que debes tener en cuenta es que el hecho de que lleves años usando un mismo estilo (por el cual, probablemente, te identifiquen en este momento), no quiere decir jamás que estés en la obligación de verte igual siempre. Tampoco debes caer en el error de pensar que manteniendo la misma imagen vas a mantener un placentero bajo perfil que te saque del radar de los demás. ¿A quién quieres engañar?



Lo que, en cambio, sí necesitas saber (o al menos comenzar a considerar), es que tú y sólo tú puedes decidir cómo quieres que te vean las otras personas y, yendo mucho más allá, debes ser consciente de que tienes el poder de decidir cada mañana quién quieres ser en el día que comienza. En fin y al cabo, nadie vive tu vida por ti; sólo tú sabes la incomodidad que se siente cuando piensas que podrías verte mejor y que, sin embargo, no haces nada al respecto. Esa ya es una legitimación suficiente para hacer el cambio que quieres sin importar lo que piensen los demás, ¿no te parece?



Las razones por las cuales se incurre en cualquiera de las Causales Para Verse Mal pueden ser muchas y de distinta naturaleza. Sin embargo, la más frecuente (y el fenómeno es más recurrente en mujeres nacidas antes de 1970), es que en algún momento del principio de su edad adulta encontraron un peinado, un estilo de maquillaje o una paleta de colores que tuvo gran acogida entre sus amigos y luego no se atrevieron a salir de ella por el temor a que el cambio no causara el mismo impacto positivo (si estás ahí, no tienes de qué preocuparte; no eres la única persona a la que le pasa esto: los seres humanos muchas veces actuamos, erróneamente, animados por el miedo a equivocarnos y otras tantas por el miedo a no ser recompensados; a que no se nos felicite).



Lo cierto es que comenzar a sentirte cómodo contigo mismo ya no da espera y sólo tienes que seguir unas reglas muy sencillas. Naturalmente, cada caso es especial y el plan de fondo varía en su diseño para cada persona pero, teniendo en cuenta que no te estoy viendo de frente, por lo pronto te puedo dar los tips que me han funcionado en la mayoría de las Intervenciones Profundas de Imagen:



1.    Ubica en las revistas, en los periódicos o entre tus amigos, las personas que admiras por la imagen que proyectan y analiza detenidamente qué es lo que hace que luzcan tan bien. (Este paso puede tomar un par de semanas o más. Ve con calma. Se trata de un trabajo serio de observación analítica).



2.    Una mañana de domingo, en la soledad del baño de tu casa (para asegurarnos de dos cosas: primero, que nadie va a irrumpir en la escena –en algún punto te verás chistoso y no es la idea que alguien más te vea así- y, segundo, que vas a tener la cara y el pelo limpios, sin haberte hecho el mismo peinado –o maquillaje, afeitado, etc.- de siempre), ensaya los estilos que hayas observado previamente en quienes admiras.



Es importante que te programes emocionalmente para hacer este experimento una y otra vez. Con un solo intento no basta: esos looks tan admirables que elegiste son el fruto del esfuerzo (y del “ensayo/error”) de quienes los llevan, ¡no creas que llegar a ese punto ha sido tan fácil!



3.    Ve a un almacén grande de ropa (que no sea una boutique pequeñita, con la señorita siempre junto a ti, diciéndote que todo lo que te pruebas te queda bien con tal de recibir su comisión) y oblígate a escoger cinco prendas con estilos y colores distintos (¡distintos a lo que ya usas y distintas entre sí! –no importa si de entrada no te gustan tanto; ¡estamos ensayando!-), que jamás pensarías que te pudieran quedar bien. Camina al probador con la mejor actitud posible (si no, nada, en serio, nada, se verá bonito).



Es posible que, a pesar de que la ropa sea de tu talla, de verdad no te favorezca en absoluto, pero, ¿qué tal que sí? ¡Regálate una de las finalistas!



4.    En una mañana de día hábil (no lo hagas desde la noche anterior: un ingrediente indispensable para este ejercicio es la energía de la mañana), ponte frente al clóset y piensa: “Si hoy tuviera que verme como… (gerente, persona de negocios, artista, estrella de cine, alguien más joven, ¡lo que quieras! –pero que te guste, obvio-), ¿qué me pondría?”



Todos tenemos en el guardarropa piezas de varios estilos que podrían funcionar para cualquiera de los perfiles que mencioné. Haz este ejercicio sin miedo. De todas formas las piezas van a salir de tu ropero. Tú las elegiste cuando las compraste, de modo que no es posible que parezca que te has disfrazado.



Y si en la oficina (o donde sea que vayas) te preguntan con picardía que a qué se debe la especialidad, responde cualquier cosa sencilla (“ah, ¡te diste cuenta!”; lo que sea, pero que no suene a disculpa o a explicación; eso es clave), sonríe y sigue en lo que estás haciendo. Es tu experimento. Punto.



5.    Si lo que te gusta es romper las reglas porque no soportas que la prensa te diga cómo te tienes que vestir, está perfecto. Sólo trata una cosa: mira con detenimiento si ese estilo que escogiste en particular realmente te favorece o si, por ejemplo, deberías usar otra combinación de colores o una talla más grande o más pequeña; o si te verías mejor, en el caso de las mujeres, con el pelo recogido o con un poco menos de maquillaje, y en el de los señores, con la cara afeitada o con la barba más cuidada, etc. El lema para ti es que irreverente no signifique descuidado.



¡Buena suerte y hasta el próximo jueves!

lunes, 3 de septiembre de 2012

¡A reinventarnos!


Lunes 3 de septiembre de 2012



La consigna del momento es “¡Reinventarse!


Sin embargo, no se trata de un propósito fácil: el bombardeo de información disímil que recibimos diariamente de los medios que se ocupan de la moda, nos pueden hacer perder la claridad por momentos, ya que muchas veces es incluso contradictoria. La idea, entonces, es que procures hacer un enlace armónico de las tendencias que te gustan y con las que te identificas más.


Preservar la armonía en el concepto de los detalles que componen tu imagen es esencial para que consolides tu sello personal. No tienes que casarte con un color, con un material o con un estilo en particular. Sólo procura armonizar (hacer un uso concordante de) las cosas que te gustan.


¿Mi sugerencia de lunes para ellas? Los encajes (pero bien administrados, ¿no? Las prendas de encaje se deben usar con suma moderación para ir a la oficina –donde no quieres llamar la atención por las razones equivocadas-. Pero atrévete a llevar un top de encaje, por ejemplo). El cuero negro también es un excelente complemento.


¿Y para ellos? Un audaz look dandy con corbatas más angostas de lo común (en cuanto al ancho de la corbata se refiere, el límite está determinado por el peso: a menor peso menor puede ser ancho de la corbata. Los señores de silueta más corpulenta deben evitar las corbatas muy delgadas porque se verán menos elegantes y con volumen extra).


Imagen: La Gerencia