viernes, 17 de mayo de 2013

“Cuando me di cuenta ya era demasiado tarde”




La fábula es el género narrativo en que los animales, dotados de características humanas, desarrollan actividades que siempre dejan una moraleja impactante al lector. En este caso les propongo que hablemos de una muy tradicional: la de la rana que cae en la olla con agua tibia y muere cuando el agua alcanza el punto de ebullición.

Rápidamente: esta fábula cuenta que una rana, que estaba en la ventana de una cocina, cayó accidentalmente dentro de una olla con agua que estaba al fuego. Como el agua estaba a una temperatura agradabilísima, decidió ponerse a nadar, sin pensar en más. El agua fue calentándose poco a poco; tan lentamente, que la ranita sólo sentía algo más de calor, cada vez un poquito más de calor, pero no se detuvo a pensar en todo lo que estaba pasando a su alrededor (empezando por el fogón encendido que tenía debajo de ella). Por ser tan suave el aumento de la temperatura, cuando ya quiso salir fue demasiado tarde: murió cuando el agua comenzó a hervir. Fin.

Moraleja: hay que esforzarse en notar las pequeñas diferencias

Dentro de cualquier clase de proyecto que emprendemos (de vida, laboral, de pareja, de cambio físico, de educación: en todos los proyectos) se van creando tendencias, como en la economía: al alza, a la baja, estancamiento, etc.

La cuestión es que la mayoría de cambios que ahora nos parecen muy importantes comenzaron muchas veces como perturbaciones sutiles a la tendencia inicial: dentro de una dinámica de aparente estabilidad pueden comenzar a surgir indicadores de leves tendencias a la crisis, que por su misma levedad apenas fueron perceptibles y nuestra reacción espontánea fue acostumbrarnos a esos nuevos pequeños factores, como en la fábula que acabamos de traer a colación.

Si el agua hubiera estado muy caliente al primer contacto con la piel de la rana, ella hubiera reaccionado violentamente para salvar su vida. Lo que resultó mortal en su caso fue lo apacible de la temperatura inicial. Como uno de los comandos originales de nuestro cerebro es el de no gastar energía si no es indispensable (ver “Ágilmente” del Dr. Estanislao Bachrach), a éste le resulta más cómodo acostumbrarse a algo aparentemente insignificante que esforzarse en idear una solución novedosa que impida que se cree una tendencia o, de ser necesario, que la detenga.

La trasposición de la fábula de la rana a nuestra vida explica muchas de las circunstancias que encontramos mortificantes en la actualidad: los 20 kilos de sobrepeso comenzaron siendo 1 kilo de sobrepeso. La relación infernal de hoy comenzó con pequeñas faltas de respeto en cada discusión trivial. La difícil situación financiera comenzó con dejar de hacer las cuentas 1 mes y luego ya te dio mucha pereza organizar tantos recibos refundidos en el cajón. La distancia entre dos que hace 1 año se adoraban profundamente comenzó cuando dejaron de hacer todo lo que sabían que podían hacer por conquistar a su pareja y se sorprenden ahora hundidos en la más agobiante monotonía. ¿Te suena conocida alguna de estas hipótesis? Yo las he vivido todas.

(Pero, ya ves, de eso no me morí. Perdí 18 kilos por mi cuenta. Me divorcié. Cambié de profesión. Volví a ser estudiante a los 28 años. Creo que aprendí la moraleja).

Sea que tengas el agua al cuello o que este mensaje haya llegado a tiempo, te voy a mencionar a continuación las soluciones más relevantes que encontré para mis casos y las que he visto funcionar en otros:

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