La fábula es el género narrativo en que los animales, dotados de
características humanas, desarrollan actividades que siempre dejan una moraleja
impactante al lector. En este caso les propongo que hablemos de una muy
tradicional: la de la rana que cae en la
olla con agua tibia y muere cuando el agua alcanza el punto de ebullición.
Rápidamente: esta fábula cuenta que una rana, que estaba en la ventana de
una cocina, cayó accidentalmente dentro de una olla con agua que estaba al
fuego. Como el agua estaba a una temperatura agradabilísima, decidió ponerse a
nadar, sin pensar en más. El agua fue calentándose poco a poco; tan lentamente, que la ranita sólo sentía algo más de
calor, cada vez un poquito más de calor, pero no se detuvo a pensar en todo lo
que estaba pasando a su alrededor (empezando
por el fogón encendido que tenía debajo de ella). Por ser tan suave el
aumento de la temperatura, cuando ya quiso salir fue demasiado tarde: murió
cuando el agua comenzó a hervir. Fin.
Moraleja: hay que esforzarse
en notar las pequeñas diferencias
Dentro de cualquier clase de proyecto que emprendemos (de vida, laboral, de
pareja, de cambio físico, de educación: en todos los proyectos) se van creando tendencias, como en la economía: al
alza, a la baja, estancamiento, etc.
La cuestión es que la
mayoría de cambios que ahora nos parecen muy importantes comenzaron muchas
veces como perturbaciones sutiles a
la tendencia inicial:
dentro de una dinámica de aparente estabilidad pueden comenzar a surgir
indicadores de leves tendencias a la crisis, que por su misma levedad apenas fueron perceptibles y nuestra reacción espontánea
fue acostumbrarnos a esos nuevos pequeños
factores, como en la fábula que acabamos de traer a colación.
Si el agua hubiera estado
muy caliente al primer contacto con la piel de la rana, ella hubiera
reaccionado violentamente para salvar su vida. Lo que
resultó mortal en su caso fue lo apacible de la temperatura inicial. Como uno de los comandos
originales de nuestro cerebro es el de no gastar energía si no es indispensable
(ver “Ágilmente” del Dr. Estanislao
Bachrach), a éste le resulta más cómodo acostumbrarse a algo aparentemente
insignificante que esforzarse en idear una solución novedosa que impida que se
cree una tendencia o, de ser necesario, que la detenga.
La trasposición de la fábula de la rana a nuestra vida explica muchas de
las circunstancias que encontramos mortificantes en la actualidad: los 20 kilos
de sobrepeso comenzaron siendo 1 kilo de sobrepeso. La relación infernal de hoy
comenzó con pequeñas faltas de respeto en cada discusión trivial. La difícil
situación financiera comenzó con dejar de hacer las cuentas 1 mes y luego ya te
dio mucha pereza organizar tantos recibos refundidos en el cajón. La distancia
entre dos que hace 1 año se adoraban profundamente comenzó cuando dejaron de
hacer todo lo que sabían que podían hacer por conquistar a su pareja y se
sorprenden ahora hundidos en la más agobiante monotonía. ¿Te suena conocida
alguna de estas hipótesis? Yo las he
vivido todas.
(Pero, ya ves, de eso no me morí. Perdí 18 kilos por mi cuenta. Me
divorcié. Cambié de profesión. Volví a ser estudiante a los 28 años. Creo que
aprendí la moraleja).
Sea que tengas el agua al cuello o que este mensaje haya llegado a tiempo,
te voy a mencionar a continuación las soluciones más relevantes que encontré
para mis casos y las que he visto funcionar en otros:
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