Todos conocemos muchísimos casos (en nuestra vida diaria o por las revistas de todas partes del mundo) de personas que consideramos altamente exitosas y que, sin embargo, aseguran estar muy lejos de ser felices. Y siempre nos preguntamos por qué: “si yo tuviera la belleza y el dinero de Fulana, tendría todo resuelto”; “si yo ganara todos los casos como el abogado Tal, mi vida sería magnífica”, etc.
Las historias de vida que hemos oído nos llevan a dos conclusiones importantes:
(i) poner toda nuestra energía en lograr
esa única cosa que asociamos al éxito jamás garantiza lograr un estado de
satisfacción sostenida. Y (ii) la apuesta por la Felicidad rotunda es tan
complicada como jugar al tiro al blanco con la diana en movimiento. Este es
el acertado resumen de Laura Nash y Howard Stevenson en una clásica publicación
de la Universidad de Harvard.
Ahora: no se trata aquí de introducir la idea de que para ser feliz hay que
renunciar a ser exitoso. Faltaría más. La cuestión sí es, en cambio, entender
que para ser feliz lo conveniente es
alternar los usos que damos a nuestra energía entre los aspectos que son más
gratos para el ser humano: “realización
personal, logro al trabajo, significación a la familia y legado a la comunidad”
(Nash y Stevenson, 1999).
Entender la necesidad de hacer una distribución balanceada de la energía en
varios ámbitos de nuestra vida es apenas el comienzo, ya que esa sola tarea es,
de por sí, difícil. El primer reto estaría en responder a la pregunta “¿Cómo distribuyo eficientemente mi energía?”
Clasificar los deseos
Hacer una categorización de tus metas y deseos en función de lo que
significan para ti y del beneficio que te podrían representar es un ensayo de
demostrada utilidad. Supongamos que sueñas con tener una familia, aprender a
bailar tango, cambiar de carro, lograr un ascenso y tener un abrigo de tu diseñador
favorito.
No hay razón para renunciar
a ninguno de los propósitos (por ambiciosos que parezcan unos y superficiales
que parezcan otros), pero es igualmente cierto que, cuando de metas se
trata, el orden de los factores SÍ altera el resultado. ¿Cómo organizarías las metas del ejemplo
para que sean todas igualmente realizables?
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