lunes, 27 de mayo de 2013

Mal interpretar los placeres bloquea el paso de la Felicidad duradera



Piensa en algo que te entusiasmara muchísimo lograr, obtener, visitar y que lo hayas conseguido. Recuerda cómo te estimulaba la idea de tenerlo o hacerlo y la felicidad que podías anticipar que sentirías en ese momento. Recuerda cuando lo obtuviste, evoca lo feliz que te sentías. ¿Te sientes la misma Felicidad con la misma intensidad ahora?

Así como hiciste el ejercicio con una meta que asociabas con Felicidad, hazlo ahora con un evento muy temido o muy triste que hayas tenido que afrontar hace varios años. ¿Sientes ahora el mismo nivel de tristeza, desolación y/o preocupación que sentías en ese momento?

¿La conclusión? Es simple: nos acostumbramos a todo; a lo bueno y a lo malo. La tendencia natural del ser humano es a volver a su estado básico de felicidad, sin importar la fuerza del impacto que te haya causado en un primer momento lo que te ocurrió. En eso consiste la adaptación hedónica.

En un artículo anterior hablamos sobre la importancia de no acostumbrarse a lo malo, como en la fábula de la rana que cayó en una olla con agua tibia al fuego y terminó cocinada por irse acostumbrando progresivamente a la temperatura cada vez mayor. (Click aquí para ver el artículo “Cuando me di cuenta ya era demasiado tarde).

En esta ocasión vamos a pensar en cómo construir Felicidad a largo plazo. Vamos a pensar en cómo tomar decisiones eficientes que eviten que te vuelvas el esclavo servil de pequeños estímulos gratificantes a los que les estás dando equivocadamente el estatus de placer trascendental.

Cuando “más” deja de sentirse como “más” es hora de ejercitar la fuerza de voluntad


Nicolás Boullosa (Barcelona, 1977) hace una analogía muy pedagógica sobre la fuerza de voluntad con un músculo cualquiera: si no se ejercita, se afloja. ¿La buena noticia? Se puede retomar y fortalecer en cualquier momento de nuestra vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario