“Si expones, te expones”, me dijo
hace un par de meses Carlos Andrés Peñas, el psicólogo más brillante que
conozco y con quien tengo el privilegio de conversar algunas veces.
El sólo hecho de estar vivos nos hace ubicables en el radar de las demás
personas e instituciones y, ante esa verdad incontestable, tienes dos opciones:
creas tu marca personal o los demás te la
crean. Punto.
Como los seres humanos tenemos una fuerte tendencia a ser gregarios, muchos de nosotros, en la
edad adulta, pensamos que por el hecho de haber conseguido un título
profesional o un trabajo en una empresa, ese status laboral es todo lo
que necesitamos para tener una marca personal y no es así. No puedes permitir que tu identidad esté definida
por algo que no sabes cuánto va a durar, como tener un cargo o una
profesión.
La marca personal es un concepto que entraña la cuestión de considerarte a
ti mismo como un producto (en un sentido humano e indulgente del término; no de mercantilismo recalcitrante).
Por lo tanto, tu marca debe ser cuidadosamente diseñada, eficazmente
transmitida y celosamente protegida (cuidada, evitando salidas en falso
innecesarias).
Hace pocas semanas fui invitada a una reunión informal de domingo en la
terraza de un amigo. Yo no conocía a nadie, así que fui, uno por uno, saludando
a todos los que estaban ahí (unas quince personas) y hubo una presentación que
me pareció inolvidable, de lo puro triste, por figurárseme propia de las aves
de corto vuelo: “Hola. Verónica, ¡de la
Supersociedades!”.
Caray…
Verónica, quien por supuesto no se llama Verónica ni trabaja en esa entidad, pero sí se presentó exactamente
así, es un ejemplo fugaz de lo urgente que es tener una identidad propia, que
prescinda de cualquier factor externo para ser definida; que sólo dependa de ti
mismo y de tus capacidades. ¿Qué pasa si eres Verónica y te despiden de esa superintendencia?, ¿qué pasa si lo
único que consideras relevante en tu trayectoria es tu título de ingeniero y
resulta que un día ya no quieres ser más ingeniero? Ya vamos viendo que las marcas exitosas se construyen a partir
de las personas y no de lo que
tienen o de lo que hacen, porque una y otra cosa son, apenas, circunstanciales.
La creación de una marca
propia no es un proceso exclusivo de quienes se encuentran en el mercado
laboral o de los emprendedores. Por el contrario, las marcas personales más sofisticadas (en el sentido de
complejas, refinadas) que conozco corresponden a esposas que se han
profesionalizado en el arte de disparar la imagen de su esposo, claro,
por el beneficio colateral que les toca.
(Mi profesor de Eficiencia del Gasto Público en la Facultad de Derecho nos
dijo el primer día de clase: “señores, les voy a revelar la regla fundamental
de la macroeconomía: no hay almuerzo gratis”. Estas
esposas de las que les hablo aplican esa regla todo el tiempo; tooodo el tiempo.
“Nada personal; son negocios”,
supongo).
De otra parte, debes saber que el hecho de contar con una marca personal
sólida no tendrá por efecto que en
la firma para la que trabajas lleguen a considerarte indispensable. Por el
contrario, una excesiva notoriedad puede determinar el fin de tu ciclo en esa
empresa… pero el inicio de otras cosas más interesantes, si tienes un plan serio
detrás de tu imagen.
Para empezar a construir la tuya, hazte una pregunta muy simple (pero no
por eso menos importante; en realidad, será el eje de todo lo que hablemos de
aquí en adelante):
¿Por qué querría la gente hacer negocios contigo?
¿Necesitas un poco de ayuda? Aquí va una clave para encauzar tu respuesta y
hacerla más efectiva: (i) La gente hace negocios con las personas que les agradan, (ii) de
las que consideran saber lo suficiente (personas que conocen) y (iii) en las que
confían o sienten que pueden confiar.
Interesante :)
ResponderEliminar"Si te expones, te expones". Claro! Brillante tautología!
ResponderEliminar¡Soy el hijo(a) de...! !Soy psicólogo, abogado, etc.! ¡Soy funcionario de...! Eso refleja que sabes de dónde vienes, qué estudiaste y dónde trabajas... pero que desconoces: ¿Quién eres? ¿Por qué eres singular? Singularidad, ese es el concepto. Los matemáticos la definen como el comportamiento inesperado de una variable cuando se le asignan valores.
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