Anoche, en su interesantísima conferencia, el Dr. Jorge Aguilera (PhD en
Comunicación Organizacional) pidió a los asistentes que nos detuviéramos por un
momento a pensar si la excesiva atención
que estamos prestando a nuestras limitaciones nos está impidiendo ver nuestros
talentos.
Para ilustrar la importancia de la reflexión, proyectó este video que les
comparto en el día de hoy. Se trata del ballet “Hand in hand” (click aquí para ver el video), puesto en escena por
una señorita a quien le falta la mano derecha y su compañero de baile, quien no
tiene la pierna izquierda.
Fíjate en la perfección de los movimientos; en la sutileza bajo la que con
gran maestría se esconde toda la fuerza de cada músculo entrenado por tantas
horas.
Pero pon atención, sobretodo, al mensaje no verbal que nos envían tan emotivamente los artistas al bailar: si uno de ellos hubiera magnificado la circunstancia de no tener
una extremidad, al punto de desistir de su sueño de bailar ballet, su vida se
habría desarrollado dentro de la estrechez de las barreras que te hacen creer
que no puedes, sólo porque tu entorno
no se te figura absolutamente propicio para llevar a cabo tu propósito fundamental.
Pocas veces en la vida vas a
encontrar todas las condiciones a tu favor. De ahí que los conflictos más encarnizados que
tenemos son los que libramos con nosotros mismos; sobre todo con esa parte de
tus creencias que te dice que “no puedes
(…)”.
En lugar de desperdiciar energía pensando una y otra vez “¿por qué me tenía que pasar esto a mí?”,
comienza a pensar “muy bien, de acuerdo con esta nueva situación, ¿qué escojo hacer a partir de ahora?”.
Sigue avanzando con resolución. No te
quedes estancado en la pregunta de “por
qué (…)”, ya que te hundes en un
estado de perplejidad que sólo frena el movimiento de la dinámica de la vida.
Concéntrate en tus fortalezas; en lo que haces mejor. Focalízate en lo que sí te está funcionando, más que en aquellos
resultados que no puedes producir de la forma en que quisieras: en la mayoría
de los casos estos últimos no son más que metas
impuestas por otros, las cuales poco o nada tienen que ver contigo y, por
lo tanto, no vale la pena desgastarse en eso. Recuerda que eres mayoritariamente
energía y, por tal razón, hay que
administrarla sabiamente.
Concéntrate en encontrar tu misión. Ahí, pegadita, viene la felicidad.
Imagen: 123 RF
Imagen: 123 RF
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