En mis publicaciones es recurrente ver que digo cosas como “nuestro cerebro es tan influenciable, que la
música feliz lo hace poner feliz”; “oigan
este sonsonetico, que está bueno para el fin de semana”, etcétera.
A pesar de que muchos ya me han confirmado que, en efecto, la música con
buen ritmo o con mensajes positivos les ha ayudado a superar momentos difíciles
de la cotidianidad, me parece que un poco más de ilustración sobre cómo
funciona la cosa nunca está de más.
Lo primero que te propongo es hacer un cambio de concepción –ojalá de una
vez y para siempre-: deja de asumir tu cerebro como una máquina que genera ideas. En lugar de eso te
propongo que entiendas que tu cerebro es
un dispositivo que sintoniza cosas
(energías, tipos de gente, prosperidad, pobreza, situaciones, etc.).
La cuestión es muy sencilla: a estas alturas de tu vida ya debes haber
verificado por tu propia cuenta que es materialmente imposible cambiar a las
personas o las circunstancias que nos rodean, ¿verdad?.
Lo que, en cambio, sí es posible que te falte comprobar, es el hecho cierto
y demostrable de que “cuando tu cambias,
el mundo cambia”.
Haz el experimento que te propongo a continuación, pero de manera consciente. Supongamos que tienes un
jefe (un profesor, un colega, una pareja, etc.) insufrible; un abusador de tus
capacidades normales de trabajo; lo que sea. Cualquier esfuerzo que hagas por
hacerle entender que las cosas podrían ser distintas y que todos podrían estar
mejor si él dejara de ser como es, es realmente estéril, porque tu jefe está
viviendo algún proceso interno a su
propio ritmo; seguramente tiene muchas cosas pendientes por aprender de esa
forma de ser tan avasalladora.
Lo cierto es que tú no puedes alterar el curso de su aprendizaje pero, en lugar de victimizarte todo el tiempo
y volcar la ira contra las cosas o las personas que tienes cerca, sí puedes
probar hacer lo siguiente: hazte a la
idea de que nadie va a venir a salvarte.
Nadie va a venir a llevarse a ese jefe. Nadie lo va a hacer cambiar.
Nadie va a venir a salvarte, así que te corresponde crear el cambio
que quieres en tu vida. ¿Cómo? Reencuadrando
el significado que le das a las cosas. La música es una excelente
herramienta para ese propósito: si la voz que tienes (que todos tenemos) en la
cabeza te está repitiendo mil veces con ira “jefe desgraciado, si pudiera lo ahorcaría” y dejas que la tal
vocecita haga carrera, vas a terminar
frustrado o preso. No hay más
opciones.
Si, en cambio, le das a tu cerebro (que, como ya convinimos, es un dispositivo que sintoniza energía,
-¿te acuerdas?), algo más divertido en qué pensar, como ciertamente lo es una
canción con buen ritmo o con un mensaje positivo, el asunto con el tirano va a
pasar a un segundo plano; los lentes con los que ves el mundo no van a ser los
de la tragedia sino, en cambio, los de una persona positiva, dinámica, que
tiene que enfrentar desafíos normales, tales como capotear personas difíciles.
La cosa funciona así porque nuestro cerebro (sí, el mismo que te dice que no puedes, que ya es tarde, etcétera) es muy influenciable (si no, no te diría
tantas bobadas) y no alcanza a distinguir si en serio estás feliz porque te está pasando algo feliz, o si sólo se trata de una
cancioncita que le estás poniendo para manipular positivamente al dictador que
todos llevamos por dentro.
Hay quienes se han tomado esto tan en serio que me cuentan que han dejado de
ver las noticias también… Yo sí las veo, pero, en fin, cada cual hace sus
cuentas.
Para terminar, les dejo como tímida sugerencia esta canción que conocí
gracias a un paisano santandereano: “Hoy voy a pasármelo bien”, de Hombres G (click aquí para oír la canción). Me dijo que le funciona de maravilla.
Imagen: Egbongunmiaije en Wordpress
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